Café, conversación...

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martes, 1 de junio de 2010

El periodista deportivo

No suelo leer el Marca. Como culé que soy (sí, después de tanto tiempo Auggie vuelve para resolver uno de los grandes misterios: soy del Barça) me suele provocar urticaria. Pero el domingo el problema no fue mi equipo favorito, sino ser un simple ciudadano. En la contraportada, al lado de una columna en la que por enésima vez se podía leer que Mourinho representa poco menos que la segunda venida de Jesucristo, Miguel Serrano se atrevía a tratar el tema de las suculentas primas que recibirán los jugadores de "La Roja" (visto así parece que sean del fantástico país de la coca-cola, y no de España), por lo visto, hasta 500.000 euros por barba si alzan la copa. Un abuso, diría cualquiera. Qué se han creído estos. Por dar pataditas a un balón, los muy listos; los ponía yo a cavar zanjas, etc. Pues no, lejos de eso, Serrano defiende, con chascarrillos incluidos, que unos tíos que ya reciben unos sueldos muy por encima de la media (aunque al paso que vamos, recibir un sueldo ya está por encima de la media) se lleven un dinero que, además, según dice, no está para construir carreteras ni hospitales.
Lo que más me sorprende del artículo de Serrano es su comienzo. El tema surge en una charla con un hostelero amigo suyo. Esto le sitúa (por muy bien posicionado que esté el hostelero) en un terreno común a todos los ciudadanos de a pie, la charla de bar con el amigo de turno, es decir, le sitúa a nuestro nivel, ya es uno de los nuestros. Es entonces cuando viene la sorpresa, porque lejos de adoptar la actitud típica, Serrano nos da la puñalada, se vuelve contra nosotros y nos dice que eso está muy bien, que el fútbol es así y que al que no le guste que se despilfarre el dinero de la federación, sencillamente, que se joda.
Hay quien dirá que es lo que nos merecemos, que al fin y al cabo este es un país de borregos a los que les importa más quién gane la Liga o el próximo entrenador del Real Madrid que el hecho de que aumente la cola del paro o que nuestros políticos no den la talla. Ahí sí que tengo que darle la razón a Serrano, y es que el fútbol está para hacernos olvidar todas esas cosas. Así que por favor, señores de la Federación, no traigan lo malo de la política al deporte. Y, señor Serrano, no les siga la pelota, por mucho deporte que sea.

domingo, 7 de marzo de 2010

Ring Lardner Jr. y Budd Schulberg, vidas paralelas, autobiografías distintas

Ring Lardner Jr.

"Me odiaría cada mañana" es el título de la autobiografía de Ring Lardner Jr. Tan curiosa frase fue la respuesta que el propio Lardner dio al concejal Thomas cuando este le pregunto en el HUAC (Comité de Actividades Antiamericanas) si pertenecía o no al Partido Comunista:


"- Se trata de una pregunta muy simple -continúo [Thomas]-. Cualquiera estaría orgulloso de contestarla; cualquier americano auténtico estaría orgulloso de contestar la pregunta "¿es ahora o ha sido en el pasado miembro del Partido Comunista?"; cualquier americano auténtico...


- Depende de las circunstancias -le dije [Lardner]-. Podría contestar, pero si lo hiciera me odiraría cada mañana."


Ring Lardner Jr. (hijo del prestigioso periodista deportivo y autor de los relatos "Ya me conoces, Al", Ring Lardner Sr. y guionista de, entre otras, "La mujer del año" o "MASH") fue uno de los llamados "Diez de Hollywood", las únicas diez personas encarceladas durante la caza de brujas por negarse a responder a la citada pregunta alegando la Primera Enmienda. El resultado por el uso de su libertad de opinión, un año de cárcel.


"Me odiaría cada mañana" es la recopilación de lo sucedido durante aquellos años, los anteriores y los que estarían por venir, desde las conversaciones con sus hermanos en el desayuno cuando eran pequeños hasta ganar el Oscar al mejor guión por MASH (1970), pasando por el Hollywood dominado por los productores todopoderosos y omnipresentes al cine donde el director es el rey, sin olvidar, por supuesto, los años de la lista negra, obligado a trabajar con pseudónimo y por unos ingresos mucho menores que lo estipulado. Por su novela desfilan personajes tan famosos como Louis B. Meyer o David Selznick, Elia Kazan, Dalton Trumbo (otro del grupo de los "Diez"), Katherine Hepburn, Spencer Tracy, John Huston, Otto e Ingo Preminger, etc. Al igual que por la autobiografía de Budd Schulberg.


Budd Schulberg
"De cine. Memorias de un príncipe de Hollywood" es el título de las memorias de Schulberg (también guionista y autor de las novelas, entre otras, "Más dura será la caída" o "El desencantado"). Sin embargo, este prefier llevarnos a una época más tardía, cuando él tan solo era un crío en pañales, y contarnos la historia de su padre, B.P. Schulberg, magnate de la Paramount, autor de la idea original para crear la United Artists y productor de algunos de los clásicos más recordados del cine mudo. Su historia, extraída en gran parte de los papeles del propio B.P., es un excelente retrato de los orígenes del cine, los años del mudo y su paso al sonoro, el cine de los magnates que finalmente acabaría desapareciendo, un canto a un paraíso perdido donde, no obstante, los ídolos tenían pies de barro y no era oro todo lo que relucía.


Las memorias de Schulberg terminan cuando este es adolescente, es decir, antes de que entre a trabajar para David O. Selznick (el legendario productor de "Lo que el viento se llevó", individuo controlador, ególatra e hiperactivo, quien había trabajado como ayudante para B.P.) como lector, mucho antes de que reclutara a Lardner para el Partido Comunista y, por supuesto, muchísimo antes de su testimonio voluntario ante el HUAC delatando a sus compañeros (al igual que, entre muchos otros, el director Elia Kazan, con quien haría en 1954 "La ley del silencio", ese curiosa reflexión sobre la delación por la que recibiría el Oscar al mejor guión). Las memorias de Schulberg, a pesar de ser una maravillosa obra sobre el cine, nos privan de todos esos años, los años de la lista negra, de la caza de brujas y de las traiciones, pero también de los sacrificios. Las de Lardner, a pesar de no hacer tan buen retrato del mundo del cine (quizás se deba a que, mientras Schulberg había nacido en ese medio, Lardner había llegado a él un poco de casualidad) y tener una calidad literaria considerablemente inferior, nos muestran todos esos años bajo una mirada sarcástica, no exente de indulgencia, donde incluso nos da una posible explicación (aunque no tanto justificación) a la delación de Schulberg, quien había sido su maestro político, aparte de su amigo. Cosas de la vida.


Dos vidas paralelas, pero muy diferentes (no tan solo en hechos, sino también en ideas, baste para ello leer las reflexiones que cada uno hace de la religión), dos obras que nos muestran, en conjunto, más de ochenta años de la historia del séptimo arte, con sus glorias, sus mitos, sus miedos y sus triunfos.

sábado, 6 de marzo de 2010

Así que por eso andaban con las piernas tan abiertas...


Había oído decir muchas cosas de las películas del oeste. Que son un aburrimiento y solo sirven para echar la siesta, que son una tontería, que siempre ganan los buenos, etc. Todo bobadas en mayor o menor medida, pero lo que nunca había oído era una cosa semejante: las películas de vaqueros encierran una homosexualidad latente. Vamos, que sus protagonistas no han salido del armario y que John Wayne o Clint Eastwood no son más que precursores de lo que Jake Gyllenhaal y Heath Ledger nos mostrarían en "Brokeback mountain".

Por supuesto, a nadie que, como yo, disfrutara de bastantes de estos films en su niñez (y que sigue haciéndolo hoy en día) se le habría ocurrido pensar eso. Todas aquellas horas delante de la televisión por la tardes no nos endurecieron el carácter ni nos enseñaron nada sobre la amistad cuando suenan los tiros a nuestro alrededor, simplemente nos alejaban progresiva y encubiertamente de las mujeres.

Al menos eso es lo que me ha sugerido la lectura de un especial sobre el cine de Sam Peckinpah del último número de la revista "Fotogramas", donde tildaba la relación de los protagonistas de "Grupo salvaje", considerado uno de los mejores westernes (crepusculares) de la historia, de "tamizada homosexualidad". Vamos, que unos tíos sudorosos, llenos de polvo y mugre que se dedican a atracar bancos, emborracharse y correrse juergas con mujeres desnudas cuando no están demasiado ocupados atacando trenes o matando al que se les pone por delante, en realidad son un grupo de gays que se vigilan, pero que muy bien, las espaldas los unos a los otros. O sea, te lo juro, un grupo muy "salvaje", de verdad de la buena.

Sin embargo, no menos preocupante es otra expresión en la misma revista, esta vez en una reseña de la nueva película de Guy Ritchie, su versión postmoderna y anfetamínica de Sherlock Holmes, sobre la relación entre el famoso detective y su eterno ayudante el Dr.Watson, al referirse a la misma como "una complicidad calculadamente homo". ¿Qué significa "calculadamente homo"? Mucho se ha especulado sobre la relación entre Homes y Watson, a pesar de que este último se casó (aunque él, como buen amigo, prefería pasar el tiempo con su colega), pero esto último me parece excesivo. "Calculadamente homo" suena a previsto, a escrito en el guión o a efecto buscado por el director (humm, ahora que lo pienso, en "Lock and stock" eran cuatro amigos inseparables, en "Snatch" dos socios como hermanos, en "Revolver" Ray Liotta aparecía en calzoncillos y en "Rock and Rolla" uno de los miembros del "grupo salvaje" (¡¡!!) salía del armario; Guy, ¿intentas decirnos algo?).

Lo que es más extraño de todo esto es la coincidencia en el mismo número de fotogramas. No puedo recordar si es primera vez o no que esta revista suelta este tipo de perlas, pero ya puedo imaginarlos delante de un proyector examinando las películas fotograma a fotograma (¿lo pilláis?) buscando algún resquicio de homosexualidad en las películas de Disney o incluso en las de Stallone ("vaya, parece que a ese le ha mirado el culo antes de arrancarle la cabeza, ¿no?", "marica"). Cuidado, gays del cine, "Fotogramas" vela por la heterosexualidad en las pantallas. Podéis correr, pero no esconderos. Advertidos quedáis.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Shutter Island


La gente se esperaba otra cosa. Esperaban mafiosos, calles y redención. Y va Scorsese y les pone delante una historia con poli, sí, pero también con psiquiátrico y terror incluidos. Pero que nadie se equivoque, no ha hecho nada diferente a lo que nos tiene acostumbrados, es decir, nada que se aleje de lo que entendemos por obra maestra, o al menos, cine del bueno.

En su cuarta colaboración con DiCaprio (esto ya empieza a ser una factoría con un producto excelente) nos encontramos con un thriller de corte clásico: una interna se ha fugado de un psiquiátrico penitenciario en una isla y un par de agentes federales (DiCaprio y Mark Ruffalo) acuden al centro dirigido por un psiquiatra que cree en una terapia diferente (Ben Kingsley) y donde las cosas no son lo que parecen.

Desde la imagen inicial, un barco que aparece entre la niebla, ya nos remite directamente al cine clásico, a las películas de terror en blanco y negro, o incluso, a la serie B, con ese faro donde, se dice, ocurren cosas terribles. Esto se percibe también en el uso de ciertos planos o música (la entrada al psiquiátrico, acercándose con la música en crescendo es impagable).

Al ambiente claustrofóbico y obsesivo (que va aumentando hasta explotar en un final impresionante) se le añaden unas interpretaciones excelentes, donde destaca DiCaprio, en la que puede que sea su mejor actuación con Scorsese hasta ahora (por lo visto tienen en el punto de mira más de un proyecto) y Ben Kingsley, aportando a su personaje el refinamiento y misterio que necesita.

En definitiva, Scorsese no nos ha traído de nuevo las malas calles, pero nos ha llevado a un lugar igualmente peligroso, oscuro y turbulento, nos ha llevado al interior del miedo. Tras verla solo me queda una pregunta: ¿qué hubiera pasado si el proyecto hubiese ido a parar a su primer candidato, David Fincher?

domingo, 28 de febrero de 2010

Peggy Sue

(Para leer con la siguiente canción como fondo musical)



-Dichosos los ojos, Maldonado. ¡Pero si es martes!
-Es que tengo una mala pata, Jose. Estaba tocando la guitarra, y se me ha partido la segunda cuerda. He tenido que venir al centro a comprar otra.
-No sabía que supieras tocar. ¿Quieres una cerveza?
-Sí, claro. Y no sé.
-Me dirás, entonces.
-Nada, cuatro acordes. Lo que aprendí en misa, cuando era un enano. Había un chico en el coro de la parroquia, mayor que yo, que me enseñó la tira de cosas. Era un tío curioso. Se daba un aire a Buddy Holly, con sus gafas, y siempre haciendo el idiota. ¡Por Dios! En la iglesia, imaginatelo. Sabía haber un montón de sonidos raros con la guitarra. Una guitarra negra. Llevaba la voz cantante, y todos queríamos que nos prestara atención y nos ayudara con las posiciones.
-¿Qué posiciones?
-Los acordes, Jose. Las posiciones de los dedos.
-Ah, bueno. Yo es que de instrumentos, cero. Claro que, como dijo aquel, yo he sido camarero toda mi vida.
-Ya veo.

viernes, 26 de febrero de 2010

¡Y que cumpla muchos más!



I WALK THE LINE

I keep a close watch on this heart of mine
I keep my eyes wide open all the time.
I keep the ends out for the tie that binds
Because you’re mine,
I walk the line

I find it very, very easy to be true
I find myself alone when each day is through
Yes, I’ll admit I’m a fool for you
Because you’re mine,
I walk the line

As sure as night is dark and day is light
I keep you on my mind both day and night
And happiness I’ve known proves that it’s right
Because you’re mine,
I walk the line

You’ve got a way to keep me on your side
You give me cause for love that I can’t hide
For you I know I’d even try to turn the tide
Because you’re mine,
I walk the line

martes, 23 de febrero de 2010

sábado, 20 de febrero de 2010

La salvación del otro


-Ha sido un viaje espléndido. ¿Quién puede decir lo contrario, doctor? Sólo un ciego, supongo. He disfrutado de su plática y compañía. Espero, eso sí, que reconsidere su decisión.

-Sinceramente, el lugar que me corresponde es éste. Me muevo arriba y abajo, de aquí para allá, ofreciendo mis servicios. Y lo hago lo mejor que puedo, qué caray. Me gano la vida. ¿No es eso lo correcto?

-Bueno, ejem, no sé. ¿Quién puede juzgar eso, doctor? Sólo Dios puede. Él ve en lo invisible, querido amigo. Todo lo escucha.

-Sí, sí. Pero yo de eso no entiendo. Quiero decir que usted es sacerdote. Conoce las cosas de Dios. Es su oficio, ¿no?

-Oh, yo no diría tanto. ¿Quién puede saber eso, doctor? Sólo soy un ser humano. Como usted. Yo me limito a contar lo que he visto. Lo que enseñan los profetas, Nuestro Señor Jesucristo y los Apóstoles. Claro que luego están las pequeñas cosas. Todo es proponérselo, querido amigo. Todo es cuestión de voluntad.

-Seguir el camino.

-Ajá. Buscar la senda, discernir. ¿Quién puede salvar al otro, doctor? Sólo uno puede. La fe, es cuestión de confianza. Nosotros, los pastores, no salvamos almas. Las salva Nuestro Padre. Yo no envío al Espíritu; lo hace Él.

-Pues vaya panorama.

-¿Qué quiere decir, querido amigo?

-Que yo sí salvo a mis pacientes. Yo exploro, diagnostico y pongo tratamiento, mientras usted sólo da consejos. ¡Y encima no le piden cuentas!

-A todos nos piden cuentas. ¿Quién puede decir lo contrario, doctor? Sólo un ciego, supongo. En fin, que usted tenga un buen día.



miércoles, 17 de febrero de 2010

Habiendo comido, 47


En el televisor de Martín, otra gacela fue alcanzada. Tumbado enfrente, él peleaba con una manta que se negaba a cubrir sus dos pies al mismo tiempo. La taza del café con leche se fue al suelo, y Martín sintió entonces todo el peso de la vida.

domingo, 14 de febrero de 2010

Unchained

(Para leer con la siguiente canción como fondo musical)





- ¿Qué hay, Maldonado?
- Al fin de vuelta, Jose.
- Ya era hora. Bueno, ¿qué tal lo llevas?

Es curioso. Nunca imaginé algo así de él, pero no puedo dudar de que se alegró de verme de nuevo, después de esas semanas en blanco. Algo pude advertir cuando entré en el bar aquella tarde. Estaba casi vacío. Yo acababa de volver a ponerme en marcha y quise celebrarlo pasando a saludar a Jose.

- ¿Te pongo un botellín?
- Ya lo tienes casi abierto. A tu salud, Jose.

Se movió a la derecha, rápido, atento a un cliente que pedía pagar. Volvió con una bayeta, y empezó a limpiar la barra a un par de metros. Vació un cenicero. Siempre enredaba unos segundos antes de decirme algo, como si le diera vergüenza.

- Bueno. ¿Quieres escuchar algo?
- Pues no sé. ¿Conservas tu viejo popurrí de Cash?
- Claro, hombre. ¿Cuál te pongo?
- Déjalo sonar.

Atravesó la puerta hacia el sanctasanctórum, el cuarto donde tenía los discos. Jamás he entrado, pero supongo que será algo digno de ver. La primera pista comenzó a sonar.

- Ahí está: Ring of fire. 1963.

Sonaron otros clásicos. I walk the line, Folsom Prison Blues, I got stripes. Jose seguía allí, sacando brillo al acero de la barra, sirviendo café, fregando los cacharros que iba recogiendo. No paraba quieto. De vez en cuando se acercaba, bailaba alrededor, y me comentaba algo de la canción, mientras me ofrecía otro platito de aceitunas.

- La que viene ahora es más tranquila. Casi es una oración. A ver si te gusta.

Sonaron aplausos, le vi asentir con la cabeza, y se marchó a ponerle un zumo a un tipo de traje. Era una melodía triste, y Johnny cantaba seguro, apretando los dientes. He sido un ingrato, he sido imprudente. Inquieto desde la cuna. Ahora me doy cuenta de lo difícil que resulta ver el arco iris con estos cristales oscuros. Tal vez lo consiga a partir de ahora, de rodillas. Soy débil, y soy vanidoso. Quítame este peso de encima. Haz que mi espíritu no tenga cadenas.

- Es bonita. –lo dije muy quedo, y no sé si me oyó.
- Esta era Unchained. La 15 del disco.-entonces dejó la bayeta un momento, y miró hacia la ventana del fondo.- Me trae muchos recuerdos. Tenía puesto este disco cuando dieron la noticia por la televisión. Sábado era. Cabrones. Un pobre muchacho...

Enseguida supe de qué estaba hablando. Hubo un largo silencio, como el de aquel día. Cuando salí del bar seguía limpiando la barra. Despacio, casi sin fuerzas.

jueves, 11 de febrero de 2010

La carretera

"El niño lo justifica todo, y si él no es la Palabra de Dios, es que Dios jamás habló".



Hay que correr. Hacia el sur. Aquí no queda nada. No hay comida, ni calor. No hay vida. Solamente quedan hombres malos que se comen a la gente. Escucha bien, hijo: hay que asegurarse siempre de que los tipos que vemos no son de los malos. Que no te cojan, como te he enseñado. Venga, duerme un poco.


Creo que "La carretera" es una de las películas más impactantes, sobrecogedoras y con mayor simbolismo que he visto. El mundo destrozado en un instante. Un niño nacido después de la catástrofe. Hay que moverse hacia el sur. Allí hace menos frío, y hay alguna esperanza. Dos opciones: abandonarse o luchar por sobrevivir.

Cuando leí el resumen argumental de la película, me imaginé otra cosa. Acaso una
road movie con mucha acción, vestida con un ambiente apocalíptico, en la que los protagonistas serían unos áureos supervivientes que, sin más razón que alimentar la trama del film, tratan de huir de unos enemigos grotescos, como los malos de "Waterworld". Sin embargo "La carretera", es una muestra de equilibrio. Supongo que los productores tenían dos alternativas a la hora de adaptar la novela de McCarthy. O hacemos una película de acción, para llenar las salas, o nos la jugamos y hacemos cine, aún a riesgo de que la gente no responda. De momento, no han sacado dinero ni para pagar los gastos de producción.

Pero lo importante es que esta película transmite más de lo previsto. En un ejercicio de buen cine, Hillcoat consigue mantener el interés en la suerte de padre e hijo. Los breves
flashback utilizados para ponernos al día están perfectamente insertados, de manera que se nos cuenta lo imprescindible, de forma rápida y desde el primer minuto, sin apartar la mirada del meollo. No sabremos, por ejemplo, cuál fue el enigmático desastre que ha convertido a la Tierra en un infierno -frío y gris-. No importa. Lo cierto es que hay dos personas muertas de hambre que avanzan por el paisaje destrozado magistralmente conseguido por el español Javier Aguirresarobe. Excelente trabajo del director de fotografía, sin efectos digitales.

En el apartado de interpretaciones, todos están estupendos. Mortensen tiene fuerza, y logra transmitir el miedo, la audacia, la voluntad de sobrevivir. El chico -Kodi Smit-McPhee- está fantástico, encarnando la singular inocencia de alguien críado en la desesperanza de un mundo vacío. Destaca el breve papel de Robert Duvall. Un par de sesiones de trabajo que han dado un buen fruto. La Theron, aguanta en sus escenas. Me sorprendió ver aparecer a Michael K. Williams -Omar Little en "The wire"-.

Mención aparte me merece un aspecto de la película más escondido, menos inmediato: la cantidad de evocaciones religiosas que recoge la historia. De manera sutil, se va desplegando toda una serie de momentos que parecen anunciar algo. El mismo nacimiento del niño, en el desamparo de una casa cercada por el frío, a solas con sus padres, remeda a la escena de Belén. Más tarde llegará ese éxodo, en el que Mortensen es un Moisés armado con un revólver y dos balas, que trata de conducir al Pueblo de Dios -los buenos, los que "llevan el fuego"- a la Tierra Prometida. Aunque en este caso Israel -el niño- no podrá nunca conocer a Dios: en el mundo que habita no hay belleza, y sin ella es imposible encontrar el reflejo de Dios. Eso sí, cuenta con el amor de su padre, un amor enrarecido por la crueldad del entorno y la necesidad de luchar contra todo, contra todos. Por eso, cuando en el camino se topan con el maná bíblico en forma de latas de conservas, padre e hijo juntan las manos para dar gracias, pero el destinatario no es Dios, sino la gente que dejó allí esa comida. En un mundo tan devastado nadie sería capaz de hacer comprender a una criatura los conceptos de Dios, Amor, Reino, Misericordia o Salvación. Cuando en el camino encuentran una iglesia, su única misión será ofrecer refugio, y el fuego que en sus ruinas arde solamente sirve para calentarse las manos.

En resumen, creo que es una película muy interesante, de gran fuerza narrativa, y con mucho carácter. Es especialmente dura y desesperanzadora, eso sí. Pero es una pieza de cine distinta, que te golpea cada cinco minutos con una ominosa realidad-ficción. Dos horas de desasosiego que dejan huella y dan que pensar. Muy recomendable.



lunes, 8 de febrero de 2010

Escúchanos, dinero, desde el cielo, tu morada


Entró en la iglesia semivacía. Era la primera vez que lo hacía desde que estaba en la ciudad. Tal vez porque no había tenido motivos. Le gustó aquel ambiente de penumbra y fresco, se hacía agradable estar allí. Contempló todas aquellas imágenes, los arcos, las vidrieras, lamentándose de no haber estudiado algo más sobre la historia del arte. En fin, nunca es tarde, pensó.

Siguió paseando. Se paró delante de la figura de un monaguillo con un cepillo en la mano. Estuvo tentado de echar unas monedas, pero se detuvo a medio gesto. Unas pobres monedas no harán mucho. Se dio la vuelta y contempló los retablos bañados en oro y otras imágenes. Todo era tan sacro que se sentía incapaz de rascarse el oído que tanto le picaba.

Finalmente se sentó, puso delante de él la bolsa de Zara que llevaba en la mano, se arrodilló y rezó.


Un cura dormitaba en el confesionario, cerca de él. Abrió los ojos lo suficiente para verlo. Una señal de nuestros tiempos, pensó. Los cerró y se durmió del todo.

viernes, 5 de febrero de 2010

En tierra hostil


Amanece en Irak. Otro día más para los miembros de la dotación Bravo. Otro amanecer más pero... ¿será también otro anochecer más? Esa es una pregunta que se hacen todos los días, pero más ahora a raíz de la llegada a la unidad de artificieros de un nuevo jefe de equipo, el sargento James, quien parece no temer nada y cuyos arriesgados métodos no son aprobados por los otros dos miembros de la unidad.

Aquí está, una película sobre la guerra de Irak para aquellos que no les gustan que les echen el discurso. Los detractores de "En tierra hostil" dicen que su principal defecto es la ausencia de posicionamiento ideológico. Es cierto, el film no entra en si debería EE.UU. seguir allí o en las razones que movieron a la guerra. No nos dice si está bien o mal (si es que la guerra puede estar bien o mal). Y no nos importa. Porque a los soldados de "En tierra hostil" tampoco. Lo único que quieren es hacer su trabajo y volver sanos (física y mentalmente) y salvos a casa. Son soldados, y hacen lo que les mandan, no importan las razones. Este principal "defecto" es quizás la mayor virtud de la película, al centrar su mirada sobre la vida de estos hombres que se alistaron en el ejército de forma voluntaria dispuestos y conscientes de lo que pasaría en Irak o en cualquier otra parte del mundo.

Todo esto se nos muestra con un estilo que apuesta al máximo por el realismo: cámara en mano, ausencia casi total de música y actores prácticamente desconocidos (salvo tres cameos que no nombraré aquí para que la gente sea capaz de encontrarlos por sí misma). En este sentido recuerda a la estupenda serie "Generation Kill", salvo que esta es mejor al desarrollar más todos los personajes, cosa que no pasa en "En tierra hostil". A pesar de esto, la película destaca como retrato de estas personas que acuden a la guerra voluntariamente, dispuestos a dar su vida a cambio de algo que solo ellos saben, gente que encuentra en el combate la verdadera razón de su existencia. Esto se ve de forma magistral en uno de los impagables momentos de la película: es más difícil elegir unos cereales que ponerse un traje de protección y andar hacia una bomba. Sin duda, una de las películas del año.

martes, 2 de febrero de 2010

Match Point


Desde que vi la Nochevieja en el calendario, surgió en mi mente la idea de hacer una lista con las diez mejores películas de la década. Eso significaba trabajo extra: tengo todavía que ver muchas de las candidatas que, por una razón u otra, no ví en su momento. Una de ellas (por insistente recomendación de cierto personaje relacionado de alguna forma con Germán Trenza) es la considerada por muchos la obra maestra de Woody Allen: "Match Point". En cuanto a la lista, ya la terminaré (quedan muchas aún, y más por llegar todavía, pues aún quedan por estrenar en los cines películas hechas en la pasada década) pero una cosa ya tengo clara: "Match Point" no estará en ella. Y de obra maestra, ni hablar.

Allen nos presenta a Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers), un joven profesor de tenis que lee "Crimen y castigo" y cuyo único objetivo es medrar socialmente. Como buen hijo de casa pobre, ha idealizado a la clase alta y no parará hasta ser uno de ellos. Avergonzado de sus orígenes, intenta hacer estúpidas invitaciones a gente que ha tenido siempre todo pagado, y por tanto no le importa. Sin embargo, verá cumplidos sus sueños al casarse con la hermana de uno de sus alumnos, hijos de familia adinerada. La boda traerá consigo todo el lote: casa en el campo, trabajo en la empresa familiar, caza y noches de ópera. Pero ya sabemos que uno disfruta más de la caza que de lo cazado, y todo esto no le satisfará, de forma que buscará consuelo en la cama de la ex-novia de su cuñado, Nola Rice (Scarlett Johansson, junto a Meyers, la única actuación que merece la pena), una mujer fatal que, según avancen los acontecimientos, veremos que no lo es tanto y terminará transformándose en lo que es, el reflejo ingenuo de Wilton. La situación se irá poniendo más y más tensa hasta que Chris, ejemplo de hombre sin escrúpulos y con ambición, vea que su única opción es el asesinato. Ese es el centro de la película de Allen, o pretende serlo, al menos, ya que no lo consigue al llegar a este punto demasiado tarde, cuando ya ha conseguido que empieces a aburrirte de ver a la clase alta acudir a la ópera, a museos, etc.

Aparte queda el mensaje moral de la película, representado en el hecho de la lectura del protagonista: "Crimen y castigo". Frente a ese mundo, donde el crimen se paga, Allen nos presenta otro (el nuestro) donde a una acción no le sigue necesariamente una reacción propia, donde nuestros actos no tienen unas consecuencias y donde todo depende de la suerte (vemos que esto no es cierto, pues también depende de la estupidez de la policía). Es decir, un mensaje que nos transmitirá también el personaje de su última película, "Si la cosa funciona", aunque sea de forma diferente: nuestro mundo no tiene sentido, así que no hay moral que valga, todo depende de lo que consigamos sacar de ello. Esto se ve claramente también no en el asesinato de la amante embarazada, sino en el asesinato de la anciana. Wilton no la conoce, es sólo un medio para sus fines, es decir, en un mundo sin sentido, los débiles son prescindibles, de modo que el héroe de Allen es una suerte de superhombre nietzscheano.

¿Obra maestra? No ¿De lo mejor de la década? Definitivamente no. Tampoco es que se trate de una mala película, sin embargo, desde mi punto de vista resulta mucho más interesante "El sueño de Cassandra", otra tragedia de Woody Allen firmada dos años más tarde, esta vez sin femme fatale de por medio pero con mucha más fuerza.

jueves, 28 de enero de 2010

Un mal día para el pez plátano


Se fue. No más Holden Caulfield, ni cuentos sobre héroes deformes en autocares llenos de niños, ni chicas con sonrisas encantadoras e incómodas, de esas que realmente saben cómo saludar a alguien desde la tercera base o que nos enseñaron a darnos cuenta de verdad cuando una mujer viste de azul. No más maletas de cuero, ni libros de tapas verdes ni espejos que sirven para dejar mensajes. No más niñas que ven más vidrio ni adolescentes que deambulan por la noche neoyorkina esperando no crecer nunca, ni más taxistas a los que no les importa dónde van los patos de Central Park en invierno. No más ángeles rubios que cantan en el coro de la iglesia y dicen adorar la sordidez, no más largas cartas desde el frente o desde el hogar, no más soldados en Francia o en Alemania, traumatizados o no. No más sandwiches sin mayonesa ni medios bocadillos de pollo. No más charlas de amigas sobre antiguos novios graciosos, no más madres que dicen ser almirantes, no más bocas semiabiertas, de esas que enamoran al instante, en el autobús. No más chicas que saben batear ni niñas que gustan de masticar velas. No más profesores que dicen ser poetas sin serlo, ni almuerzos con Martini antes del partido. No más libros sobre tigres corriendo alrededor de un árbol. No más reclutas estrellas en el pinball. No más familia Glass, ni hermanos superdotados incapaces de encontrar la felicidad. No más Seymour. No más peces plátano. No los busquéis hoy. No aparecerán.

miércoles, 27 de enero de 2010

"Werewolves Of London" – Warren Zevon

Una letra surrealista para una oscura canción:



I saw a werewolf with a Chinese menu in his hand
walkin through the streets of Soho in the rain.
He was lookin for the place called Lee Ho Fooks, gonna get a big dish of beef chow mein.

Chorus:
Aaahoo, werewolves of London
Aaahoo(2x)

Ya hear him howlin around your kitchen door, ya better not let him in.
Little old lady got mutilated late last night, werewolves of London again.

Chorus 2x

He's the hairy, hairy gent, who ran amok in Kent.
Lately he's been overheard in Mayfair.
You better stay away from him, he'll rip your lungs out Jim.
Huh, I'd like to meet his tailor.

Chorus 2x

Well, I saw Lon Chaney walkin with the queen, doing the werewolves of London.
I saw Lon Chaney Jr. walkin with the queen, doin the werewolves of London
I saw a werewolf drinkin a pina colada at Trader Vic's
And his hair was perfect.

ahhhooooo, werewolves of London
Draw blood

lunes, 25 de enero de 2010

Clio granate, 26


"Clio granate, 26"

El autobús astilló el parachoques trasero y los dos conductores saltaron a la calzada mojada. El siniestro dejó cuarenta y seis víctimas: llegaron tarde al trabajo.

miércoles, 20 de enero de 2010

Polidáctilo, 33


(Germán, una variación sobre el tema. Fdo.: Auggie.)

Sus seis dedos por mano le permitían tocar el emicrón como los ángeles. Por desgracia, hacía tres semanas que las patrullas SRDO impedían la entrada a los humanos en los clubes de Nueva York.

sábado, 16 de enero de 2010

Juguetes


Hace años –aunque no demasiados- los niños se divertían con los juguetes, y sin que hayan sido modificadas las correspondientes entradas del diccionario, esto ya no es así. O esa es la impresión que yo tengo. Los juguetes, entendidos según el concepto al uso, ya no entretienen a los infantes. No hay otro modo de explicar la falta de interés por ciertos objetos que hicieron las delicias de millones de chavales. Dicho de otra forma: hay tesoros olvidados en las estanterías de aquellos quioscos españoles de antes, los que estaban incrustados en los edificios, con su puerta y su angostura, y esa dependienta regordeta y afable junto a un radiador de infrarrojos.

Dinosaurios, animales de granja y monstruos de mil colores. Muñecos articulados representando héroes anónimos o legendarios, metidos en sus cajas de plástico o cartón. Coches grandes, y otros pequeños que, tras ser arrastrados sobre el suelo, cogen cuerda, hasta ser capaces de batir los mayores récords de velocidad. Hay también combas verdes y rosas, yoyoes azules y tirachinas.

Tal vez no comprenda nada sobre el devenir de los tiempos. Para mí es incomprensible cómo un niño puede pasar por delante de estas joyas, expuestas en tan deliciosos museos, y dejar de sentir el vivo deseo de partir hacia mil aventuras, llevando en la mano al Capitán América o un a Mortadelo de goma.

Supongo que es ya es tarde para dar vida a todos esos supervivientes. A falta de imaginación infantil que los haga formar parte de un mundo de épicos rescates, combates toscos y persecuciones que eluden las leyes físicas, el Sol irá poco a poco llevándose el color de los ancianos juguetes.

domingo, 10 de enero de 2010

jueves, 7 de enero de 2010

Suerte que tiene uno


Puesto que han accedido a invitarme a esta hermosa copa de whisky, les contaré la historia tal como ocurrió. Cuando Steve entró en el bar, yo salía de los aseos. Estaba justo allí, junto a aquella ventana, por eso lo comprendí todo enseguida.

Por supuesto, todos los de aquí conocíamos a Steve. Había sido grande cuando era más joven. Tocaba el clarinete en una banda, y era realmente bueno. Dieron conciertos por el país entero durante años, pasando largas temporadas en ciudades grandes, y después volvió a casa. La fama le trajo la compañía de Marjorie, una linda muchacha de Colorado. Y aquello fue lo que le desquició. Pasados unos meses desde su regreso, el asunto con Marjorie se hizo migas, y también el pobre Steve. La chica desapareció -tal vez se volviera a su tierra- y el antiguo clarinetista empezó a venir aquí, a este mismo bar, cada tarde. Se sentaba en la barra y bebía bourbon. Luego, cuando estaba bien borracho, se marchaba. Daba largos paseos, y a veces montaba bronca en la calle. Las mañanas las pasaba encerrado en casa, supongo que escribiendo todas esas cosas horribles que sacaron los periódicos.

Aquí todos sabíamos estas cosas, pero por alguna razón, nunca ninguno de nosotros intentó hablar con él, o echarle un cable. Muchos les contarán que yo era amigo suyo, porque solamente así se explica que aquel día no me disparase a mí también. Pero es mentira. Dios sabe que nunca moví un dedo por él. Cada cual tenemos nuestros problemas, pensaba entonces, y los de aquel amargado no me importaban una mierda.

Lo extraño es precisamente eso, que a pesar de que yo le trataba exactamente igual que los demás, a mí no me disparó. Jimmy también sobrevivió, pero él se llevó cuatro balazos. Sin mediar palabra, como todos los demás. Siete personas muertas, y un herido que pasó tres meses ingresado en un sanatorio. Entró y empezó a disparar, sin más. Yo me quedé paralizado, como esperando mi turno, y cuando al fin llegó, Steve me miró, bajó la pistola y se largó por donde había venido. Es para estar agredecido al Señor, ¿no, amigo?

domingo, 3 de enero de 2010

Propósito de enmienda



"A man must have a code"



Detective William "Bunk" Moreland
Wendell Pierce en "The wire"


Queridos clientes,

¡Que nos vamos conociendo! Seguro que muchos de vosotros, sin querer uniros a la gran colección de necios, renovada cada Nochevieja, habéis pronunciado algún tipo de promesa imposible. Pero yo no hablo de las que pregonan cambios superficiales del estilo "tengo que comer menos pan" -logro que mi buen amigo Germán Trenza ya se ha apuntado-, sino que me refiero a esa clase de cosas que atentan contra lo más característico de nosotros.

Como bien dice el compadre Bunk, todo hombre debe tener su propias señas de identidad. Sus principios, irrenunciables. En definitiva, su particular forma de ser. Ya estamos en el tercer día del nuevo año, y supongo que os habrá dado tiempo para observar que de todas esas cosas que queréis quitaros de encima en 2010, un buen puñado de ellas forman parte de vuestro carácter. Por supuesto que sois libres para despellejaros los pulpejos a fin de deshaceros de vuestras huellas dactilares. Pero si alguien me pide opinión, o si puedo aconsejar a un amigo, me reitero en lo arriba consignado: pensad bien si no estáis deseando cometer una traición contra vosotros mismos. Apuntarse al gimnasio está bien, y también la consabida idea de aprender inglés, pero sé de buena tinta que muchas veces pretendemos cambios del todo inasumibles.

¡Feliz Año!

viernes, 1 de enero de 2010

Tradiciones y Salinger


Muy buenas, Auggie. Feliz Año.

Igualmente, chico. Parece que fue ayer, ¿verdad?

¿Cuál?

La última vez que lo dijimos.

Siempre parece que fue ayer.

Ojalá siempre fuera como ayer.

Bueno, hombre, tampoco es para tanto.

Ni para tanto ni para tan poco, pero bueno. ¿Cómo te trata la vida?

Se deja, ya es suficiente. ¿Y a tí?

Sigo aquí, ¿no? Por cierto, ¿qué libro es ese que llevas?

Ah, bueno, es una pequeña tradición. Es "El guardián entre el centeno".

¿Y cuál es la tradición?

Lo leo todos los años desde que tengo dieciocho y todos los años lo empiezo el 1 de Enero.

¿Siempre el mismo día? ¿Por qué?

Es el cumpleaños de Salinger. Este año hace 91.

¡Hostia! 91. Joder, eso es ver empezar muchos días. Recuerdo cuando leí "Nueve cuentos". No me gustaban los cuentos hasta entonces. Y lo que he leído después ha hecho que dejen de gustarme. En fin, así que siempre el mismo libro, ¿eh? En fin, es un clásico.

Es más que eso. No sé, por mucho que cambien las cosas siempre leo ese libro, ¿sabes? Es como si...

Ya, un tablón en la tormenta, ¿no?

Y un rincón agradable junto a la chimenea, sí. Es todo eso.

Solo es un libro.

Supongo que sí... pero es algo más.

Ya. ¿Con quién comes hoy?

¿Hoy? Es Año Nuevo.

Ya sé qué día es.

...

...

¿Te viene bien a las dos?

No cierro hasta las tres.

A las tres entonces. Nos vemos luego, y Feliz Año, Auggie.

Feliz Año, muchacho.