Café, conversación...

Café, conversación...

domingo, 28 de febrero de 2010

Peggy Sue

(Para leer con la siguiente canción como fondo musical)



-Dichosos los ojos, Maldonado. ¡Pero si es martes!
-Es que tengo una mala pata, Jose. Estaba tocando la guitarra, y se me ha partido la segunda cuerda. He tenido que venir al centro a comprar otra.
-No sabía que supieras tocar. ¿Quieres una cerveza?
-Sí, claro. Y no sé.
-Me dirás, entonces.
-Nada, cuatro acordes. Lo que aprendí en misa, cuando era un enano. Había un chico en el coro de la parroquia, mayor que yo, que me enseñó la tira de cosas. Era un tío curioso. Se daba un aire a Buddy Holly, con sus gafas, y siempre haciendo el idiota. ¡Por Dios! En la iglesia, imaginatelo. Sabía haber un montón de sonidos raros con la guitarra. Una guitarra negra. Llevaba la voz cantante, y todos queríamos que nos prestara atención y nos ayudara con las posiciones.
-¿Qué posiciones?
-Los acordes, Jose. Las posiciones de los dedos.
-Ah, bueno. Yo es que de instrumentos, cero. Claro que, como dijo aquel, yo he sido camarero toda mi vida.
-Ya veo.

viernes, 26 de febrero de 2010

¡Y que cumpla muchos más!



I WALK THE LINE

I keep a close watch on this heart of mine
I keep my eyes wide open all the time.
I keep the ends out for the tie that binds
Because you’re mine,
I walk the line

I find it very, very easy to be true
I find myself alone when each day is through
Yes, I’ll admit I’m a fool for you
Because you’re mine,
I walk the line

As sure as night is dark and day is light
I keep you on my mind both day and night
And happiness I’ve known proves that it’s right
Because you’re mine,
I walk the line

You’ve got a way to keep me on your side
You give me cause for love that I can’t hide
For you I know I’d even try to turn the tide
Because you’re mine,
I walk the line

martes, 23 de febrero de 2010

sábado, 20 de febrero de 2010

La salvación del otro


-Ha sido un viaje espléndido. ¿Quién puede decir lo contrario, doctor? Sólo un ciego, supongo. He disfrutado de su plática y compañía. Espero, eso sí, que reconsidere su decisión.

-Sinceramente, el lugar que me corresponde es éste. Me muevo arriba y abajo, de aquí para allá, ofreciendo mis servicios. Y lo hago lo mejor que puedo, qué caray. Me gano la vida. ¿No es eso lo correcto?

-Bueno, ejem, no sé. ¿Quién puede juzgar eso, doctor? Sólo Dios puede. Él ve en lo invisible, querido amigo. Todo lo escucha.

-Sí, sí. Pero yo de eso no entiendo. Quiero decir que usted es sacerdote. Conoce las cosas de Dios. Es su oficio, ¿no?

-Oh, yo no diría tanto. ¿Quién puede saber eso, doctor? Sólo soy un ser humano. Como usted. Yo me limito a contar lo que he visto. Lo que enseñan los profetas, Nuestro Señor Jesucristo y los Apóstoles. Claro que luego están las pequeñas cosas. Todo es proponérselo, querido amigo. Todo es cuestión de voluntad.

-Seguir el camino.

-Ajá. Buscar la senda, discernir. ¿Quién puede salvar al otro, doctor? Sólo uno puede. La fe, es cuestión de confianza. Nosotros, los pastores, no salvamos almas. Las salva Nuestro Padre. Yo no envío al Espíritu; lo hace Él.

-Pues vaya panorama.

-¿Qué quiere decir, querido amigo?

-Que yo sí salvo a mis pacientes. Yo exploro, diagnostico y pongo tratamiento, mientras usted sólo da consejos. ¡Y encima no le piden cuentas!

-A todos nos piden cuentas. ¿Quién puede decir lo contrario, doctor? Sólo un ciego, supongo. En fin, que usted tenga un buen día.



miércoles, 17 de febrero de 2010

Habiendo comido, 47


En el televisor de Martín, otra gacela fue alcanzada. Tumbado enfrente, él peleaba con una manta que se negaba a cubrir sus dos pies al mismo tiempo. La taza del café con leche se fue al suelo, y Martín sintió entonces todo el peso de la vida.

domingo, 14 de febrero de 2010

Unchained

(Para leer con la siguiente canción como fondo musical)





- ¿Qué hay, Maldonado?
- Al fin de vuelta, Jose.
- Ya era hora. Bueno, ¿qué tal lo llevas?

Es curioso. Nunca imaginé algo así de él, pero no puedo dudar de que se alegró de verme de nuevo, después de esas semanas en blanco. Algo pude advertir cuando entré en el bar aquella tarde. Estaba casi vacío. Yo acababa de volver a ponerme en marcha y quise celebrarlo pasando a saludar a Jose.

- ¿Te pongo un botellín?
- Ya lo tienes casi abierto. A tu salud, Jose.

Se movió a la derecha, rápido, atento a un cliente que pedía pagar. Volvió con una bayeta, y empezó a limpiar la barra a un par de metros. Vació un cenicero. Siempre enredaba unos segundos antes de decirme algo, como si le diera vergüenza.

- Bueno. ¿Quieres escuchar algo?
- Pues no sé. ¿Conservas tu viejo popurrí de Cash?
- Claro, hombre. ¿Cuál te pongo?
- Déjalo sonar.

Atravesó la puerta hacia el sanctasanctórum, el cuarto donde tenía los discos. Jamás he entrado, pero supongo que será algo digno de ver. La primera pista comenzó a sonar.

- Ahí está: Ring of fire. 1963.

Sonaron otros clásicos. I walk the line, Folsom Prison Blues, I got stripes. Jose seguía allí, sacando brillo al acero de la barra, sirviendo café, fregando los cacharros que iba recogiendo. No paraba quieto. De vez en cuando se acercaba, bailaba alrededor, y me comentaba algo de la canción, mientras me ofrecía otro platito de aceitunas.

- La que viene ahora es más tranquila. Casi es una oración. A ver si te gusta.

Sonaron aplausos, le vi asentir con la cabeza, y se marchó a ponerle un zumo a un tipo de traje. Era una melodía triste, y Johnny cantaba seguro, apretando los dientes. He sido un ingrato, he sido imprudente. Inquieto desde la cuna. Ahora me doy cuenta de lo difícil que resulta ver el arco iris con estos cristales oscuros. Tal vez lo consiga a partir de ahora, de rodillas. Soy débil, y soy vanidoso. Quítame este peso de encima. Haz que mi espíritu no tenga cadenas.

- Es bonita. –lo dije muy quedo, y no sé si me oyó.
- Esta era Unchained. La 15 del disco.-entonces dejó la bayeta un momento, y miró hacia la ventana del fondo.- Me trae muchos recuerdos. Tenía puesto este disco cuando dieron la noticia por la televisión. Sábado era. Cabrones. Un pobre muchacho...

Enseguida supe de qué estaba hablando. Hubo un largo silencio, como el de aquel día. Cuando salí del bar seguía limpiando la barra. Despacio, casi sin fuerzas.

jueves, 11 de febrero de 2010

La carretera

"El niño lo justifica todo, y si él no es la Palabra de Dios, es que Dios jamás habló".



Hay que correr. Hacia el sur. Aquí no queda nada. No hay comida, ni calor. No hay vida. Solamente quedan hombres malos que se comen a la gente. Escucha bien, hijo: hay que asegurarse siempre de que los tipos que vemos no son de los malos. Que no te cojan, como te he enseñado. Venga, duerme un poco.


Creo que "La carretera" es una de las películas más impactantes, sobrecogedoras y con mayor simbolismo que he visto. El mundo destrozado en un instante. Un niño nacido después de la catástrofe. Hay que moverse hacia el sur. Allí hace menos frío, y hay alguna esperanza. Dos opciones: abandonarse o luchar por sobrevivir.

Cuando leí el resumen argumental de la película, me imaginé otra cosa. Acaso una
road movie con mucha acción, vestida con un ambiente apocalíptico, en la que los protagonistas serían unos áureos supervivientes que, sin más razón que alimentar la trama del film, tratan de huir de unos enemigos grotescos, como los malos de "Waterworld". Sin embargo "La carretera", es una muestra de equilibrio. Supongo que los productores tenían dos alternativas a la hora de adaptar la novela de McCarthy. O hacemos una película de acción, para llenar las salas, o nos la jugamos y hacemos cine, aún a riesgo de que la gente no responda. De momento, no han sacado dinero ni para pagar los gastos de producción.

Pero lo importante es que esta película transmite más de lo previsto. En un ejercicio de buen cine, Hillcoat consigue mantener el interés en la suerte de padre e hijo. Los breves
flashback utilizados para ponernos al día están perfectamente insertados, de manera que se nos cuenta lo imprescindible, de forma rápida y desde el primer minuto, sin apartar la mirada del meollo. No sabremos, por ejemplo, cuál fue el enigmático desastre que ha convertido a la Tierra en un infierno -frío y gris-. No importa. Lo cierto es que hay dos personas muertas de hambre que avanzan por el paisaje destrozado magistralmente conseguido por el español Javier Aguirresarobe. Excelente trabajo del director de fotografía, sin efectos digitales.

En el apartado de interpretaciones, todos están estupendos. Mortensen tiene fuerza, y logra transmitir el miedo, la audacia, la voluntad de sobrevivir. El chico -Kodi Smit-McPhee- está fantástico, encarnando la singular inocencia de alguien críado en la desesperanza de un mundo vacío. Destaca el breve papel de Robert Duvall. Un par de sesiones de trabajo que han dado un buen fruto. La Theron, aguanta en sus escenas. Me sorprendió ver aparecer a Michael K. Williams -Omar Little en "The wire"-.

Mención aparte me merece un aspecto de la película más escondido, menos inmediato: la cantidad de evocaciones religiosas que recoge la historia. De manera sutil, se va desplegando toda una serie de momentos que parecen anunciar algo. El mismo nacimiento del niño, en el desamparo de una casa cercada por el frío, a solas con sus padres, remeda a la escena de Belén. Más tarde llegará ese éxodo, en el que Mortensen es un Moisés armado con un revólver y dos balas, que trata de conducir al Pueblo de Dios -los buenos, los que "llevan el fuego"- a la Tierra Prometida. Aunque en este caso Israel -el niño- no podrá nunca conocer a Dios: en el mundo que habita no hay belleza, y sin ella es imposible encontrar el reflejo de Dios. Eso sí, cuenta con el amor de su padre, un amor enrarecido por la crueldad del entorno y la necesidad de luchar contra todo, contra todos. Por eso, cuando en el camino se topan con el maná bíblico en forma de latas de conservas, padre e hijo juntan las manos para dar gracias, pero el destinatario no es Dios, sino la gente que dejó allí esa comida. En un mundo tan devastado nadie sería capaz de hacer comprender a una criatura los conceptos de Dios, Amor, Reino, Misericordia o Salvación. Cuando en el camino encuentran una iglesia, su única misión será ofrecer refugio, y el fuego que en sus ruinas arde solamente sirve para calentarse las manos.

En resumen, creo que es una película muy interesante, de gran fuerza narrativa, y con mucho carácter. Es especialmente dura y desesperanzadora, eso sí. Pero es una pieza de cine distinta, que te golpea cada cinco minutos con una ominosa realidad-ficción. Dos horas de desasosiego que dejan huella y dan que pensar. Muy recomendable.



lunes, 8 de febrero de 2010

Escúchanos, dinero, desde el cielo, tu morada


Entró en la iglesia semivacía. Era la primera vez que lo hacía desde que estaba en la ciudad. Tal vez porque no había tenido motivos. Le gustó aquel ambiente de penumbra y fresco, se hacía agradable estar allí. Contempló todas aquellas imágenes, los arcos, las vidrieras, lamentándose de no haber estudiado algo más sobre la historia del arte. En fin, nunca es tarde, pensó.

Siguió paseando. Se paró delante de la figura de un monaguillo con un cepillo en la mano. Estuvo tentado de echar unas monedas, pero se detuvo a medio gesto. Unas pobres monedas no harán mucho. Se dio la vuelta y contempló los retablos bañados en oro y otras imágenes. Todo era tan sacro que se sentía incapaz de rascarse el oído que tanto le picaba.

Finalmente se sentó, puso delante de él la bolsa de Zara que llevaba en la mano, se arrodilló y rezó.


Un cura dormitaba en el confesionario, cerca de él. Abrió los ojos lo suficiente para verlo. Una señal de nuestros tiempos, pensó. Los cerró y se durmió del todo.

viernes, 5 de febrero de 2010

En tierra hostil


Amanece en Irak. Otro día más para los miembros de la dotación Bravo. Otro amanecer más pero... ¿será también otro anochecer más? Esa es una pregunta que se hacen todos los días, pero más ahora a raíz de la llegada a la unidad de artificieros de un nuevo jefe de equipo, el sargento James, quien parece no temer nada y cuyos arriesgados métodos no son aprobados por los otros dos miembros de la unidad.

Aquí está, una película sobre la guerra de Irak para aquellos que no les gustan que les echen el discurso. Los detractores de "En tierra hostil" dicen que su principal defecto es la ausencia de posicionamiento ideológico. Es cierto, el film no entra en si debería EE.UU. seguir allí o en las razones que movieron a la guerra. No nos dice si está bien o mal (si es que la guerra puede estar bien o mal). Y no nos importa. Porque a los soldados de "En tierra hostil" tampoco. Lo único que quieren es hacer su trabajo y volver sanos (física y mentalmente) y salvos a casa. Son soldados, y hacen lo que les mandan, no importan las razones. Este principal "defecto" es quizás la mayor virtud de la película, al centrar su mirada sobre la vida de estos hombres que se alistaron en el ejército de forma voluntaria dispuestos y conscientes de lo que pasaría en Irak o en cualquier otra parte del mundo.

Todo esto se nos muestra con un estilo que apuesta al máximo por el realismo: cámara en mano, ausencia casi total de música y actores prácticamente desconocidos (salvo tres cameos que no nombraré aquí para que la gente sea capaz de encontrarlos por sí misma). En este sentido recuerda a la estupenda serie "Generation Kill", salvo que esta es mejor al desarrollar más todos los personajes, cosa que no pasa en "En tierra hostil". A pesar de esto, la película destaca como retrato de estas personas que acuden a la guerra voluntariamente, dispuestos a dar su vida a cambio de algo que solo ellos saben, gente que encuentra en el combate la verdadera razón de su existencia. Esto se ve de forma magistral en uno de los impagables momentos de la película: es más difícil elegir unos cereales que ponerse un traje de protección y andar hacia una bomba. Sin duda, una de las películas del año.

martes, 2 de febrero de 2010

Match Point


Desde que vi la Nochevieja en el calendario, surgió en mi mente la idea de hacer una lista con las diez mejores películas de la década. Eso significaba trabajo extra: tengo todavía que ver muchas de las candidatas que, por una razón u otra, no ví en su momento. Una de ellas (por insistente recomendación de cierto personaje relacionado de alguna forma con Germán Trenza) es la considerada por muchos la obra maestra de Woody Allen: "Match Point". En cuanto a la lista, ya la terminaré (quedan muchas aún, y más por llegar todavía, pues aún quedan por estrenar en los cines películas hechas en la pasada década) pero una cosa ya tengo clara: "Match Point" no estará en ella. Y de obra maestra, ni hablar.

Allen nos presenta a Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers), un joven profesor de tenis que lee "Crimen y castigo" y cuyo único objetivo es medrar socialmente. Como buen hijo de casa pobre, ha idealizado a la clase alta y no parará hasta ser uno de ellos. Avergonzado de sus orígenes, intenta hacer estúpidas invitaciones a gente que ha tenido siempre todo pagado, y por tanto no le importa. Sin embargo, verá cumplidos sus sueños al casarse con la hermana de uno de sus alumnos, hijos de familia adinerada. La boda traerá consigo todo el lote: casa en el campo, trabajo en la empresa familiar, caza y noches de ópera. Pero ya sabemos que uno disfruta más de la caza que de lo cazado, y todo esto no le satisfará, de forma que buscará consuelo en la cama de la ex-novia de su cuñado, Nola Rice (Scarlett Johansson, junto a Meyers, la única actuación que merece la pena), una mujer fatal que, según avancen los acontecimientos, veremos que no lo es tanto y terminará transformándose en lo que es, el reflejo ingenuo de Wilton. La situación se irá poniendo más y más tensa hasta que Chris, ejemplo de hombre sin escrúpulos y con ambición, vea que su única opción es el asesinato. Ese es el centro de la película de Allen, o pretende serlo, al menos, ya que no lo consigue al llegar a este punto demasiado tarde, cuando ya ha conseguido que empieces a aburrirte de ver a la clase alta acudir a la ópera, a museos, etc.

Aparte queda el mensaje moral de la película, representado en el hecho de la lectura del protagonista: "Crimen y castigo". Frente a ese mundo, donde el crimen se paga, Allen nos presenta otro (el nuestro) donde a una acción no le sigue necesariamente una reacción propia, donde nuestros actos no tienen unas consecuencias y donde todo depende de la suerte (vemos que esto no es cierto, pues también depende de la estupidez de la policía). Es decir, un mensaje que nos transmitirá también el personaje de su última película, "Si la cosa funciona", aunque sea de forma diferente: nuestro mundo no tiene sentido, así que no hay moral que valga, todo depende de lo que consigamos sacar de ello. Esto se ve claramente también no en el asesinato de la amante embarazada, sino en el asesinato de la anciana. Wilton no la conoce, es sólo un medio para sus fines, es decir, en un mundo sin sentido, los débiles son prescindibles, de modo que el héroe de Allen es una suerte de superhombre nietzscheano.

¿Obra maestra? No ¿De lo mejor de la década? Definitivamente no. Tampoco es que se trate de una mala película, sin embargo, desde mi punto de vista resulta mucho más interesante "El sueño de Cassandra", otra tragedia de Woody Allen firmada dos años más tarde, esta vez sin femme fatale de por medio pero con mucha más fuerza.