Café, conversación...

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lunes, 30 de julio de 2007

Sueños ante una caña

Inauguramos la etiqueta "Historias de bar", con esta conversación escuchada directamente por dos de los clientes habituales del estanco:






Barman: Oye, ¿has visto la película de esta tarde?

Cliente: (Sin prestarle mucha atención) No...

Barman: La mejor película que he visto. Las aventuras de Jeremiah Johnson. ¿La has visto?

Cliente: Pues no sé...

Barman: Joder, lo que me hubiera gustado a mí ser así. Medio indio, viviendo en la naturaleza, repartiendo hostias...

Cliente: ¿Hostias? ¿A quién?

Barman: A todos. A los osos, a los indios...


Entra un cliente, de rostro curtido.


Barman: Sí, el Jeremiah Johnson. Como ese que entra... ¿Qué pasa Jesusín? ¿Lo de siempre, un vinito? (Volviéndose al primer cliente) Y la semana que viene espero que echen la segunda parte, El regreso de Jeremiah Johnson, con más hostias...

Otro cliente: ¿Viene la caña o tengo que ir a buscarla?

Barman: ¿Ves? Si yo fuera el Jeremiah Johnson...

sábado, 28 de julio de 2007

Un año sin Mickey Spillane


El 17 de julio (sí, van once días de retraso, pero es que por aquellos días esto no estaba en funcionamiento) se cumplía el primer aniversario de la muerte del padre del "hard boiled", Mickey Spillane.
Frank Morrison Spillane nació en 1918 en el barrio neoyorkino de Brooklyn, hijo de un camarero católico y una presbiteriana, donde leyó a clásicos como Dumas además de cientos de comics, lo que influyó claramente en su estilo "pulp". Spillane alternó sus estudios en la universidad con la redacción de guines de cómics: se trataba de las primeras aventuras del Capitán Marvel, el archiconocido Capitán América y, especialmente, Mike Danger, un detective que cumplía su cometido en el espacio sideral. Este último constituye un verdadero antecedente de la que habría de ser su creación más importante: el detective Mike Hammer. Un personaje sádico, sexista, violento, brutal, anticomunista y cercano a la psicopatía. Cuando regresó a Nueva York tras la Segunda Guerra Mundial, en la que sirvió como intructor de las fuerzas aéreas, Spillane necesitaba dinero. Así, para sufragar los gastos de alquiler, en dos semanas creo a Hammer.
El resto es leyenda. Una saga protagonizada por su detective, varias películas basadas en sus obras (a destacar "El beso mortal", de Robert Aldrich), varias series de televisión (la más recordada, "La ciudad desnuda") y 140 millones de novelas vendidas en todo el mundo hablan por sí mismos. Hammer es el contrapunto de todos los detectives elegantes, alguien ante quien Sam Spade no pasa de vulgar chulo de playa y Phillip Marlowe aparece como una tremenda nenaza. Y es que Spillane no sólo creó un personaje inolvidable, sino todo un género. El "hard boiled" constituye una ruptura con toda la novela negra anterior, y un referente para la actualidad del género. El "hard boiled" proporciona un marco de sexo y violencia donde el detective es rebajado al mismo nivel que los delincuentes, empleando los mismos (y peores) métodos que éstos en su lucha contra el crimen. Sus motivos no son puros, como ocurría con sus antecesores. Ahora son sentimientos como la venganza y las ganas de desquite. Sus herramientas, los puños y las balas. Su método, disparar, volver a disparar y después preguntar.
Su novela "Yo, el jurado", primera de la saga de Hammer, vio la luz en unos días en los que la crítica literaria estaba tomada por los comunistas, por lo que no es de extrañar que el más anticomunista de los personajes de ficción y sus violentos métodos fueran masacrados sin piedad. Pero fue precisamente esos aspectos cuestionados los que conectaron con el gran público, y provocaron que la novela fuera un éxito de ventas.
Sus historias, plagadas de tiroteos y palizas, también cuentan con mujeres de infarto, entre las que destaca la única a la que Hammer quiso, su secretaria Velda, cuyo secuestro provoca la intriga acontecida en "El beso mortal" (1952). Dicen las malas (o buenas) lenguas que la segunda mujer de Spillane, Sherri Malinou, fue la chica de la portada de varias ediciones, y el propio autor llegó a interpretar a su personaje en el cine.
Espero que estas palabras sirvan para recordar a la que fue la pluma más brutal de la novela negra (con permiso de James Ellroy) un año y once días después de que nos abandonara. Hasta siempre, Mickey.

jueves, 26 de julio de 2007

Enemigo público Nº1

Han atrapado al Solitario. Toda una nación se alegra al ver la efectividad del trabajo policial. Y sin embargo yo estoy de luto. Ni él mismo, sonriente y alzando el pulgar, parece darse cuenta de la situación. Es la hora de entonar un réquiem por la profesionalidad. No, no me llamen loco todavía. Esperen a oír toda la historia.
25 de Julio de 2007, festividad de Santiago, día 1 tras la captura del Enemigo Público Nº1. En un bar con nombre de novela negra, la clientela del estanco disfruta de unas cañas y el placer de la conversación. Una pregunta interrumpe la charla. "¿Tenéis un euro?" Entonces empieza la típica explicación digna de un programa de Iker Jiménez: "es que soy de un pueblo, y necesito coger el bus y..." La respuesta, tres miradas perdidas y un escueto "no", no convence al tipo, y acudimos al truco. No, lo sentimos, tenemos lo justo para las cañas, blablabla. Aún empeñado, sigue con el tema: "¿Monedas no? ¿Y algún billete?" Viendo que no va a obtener ningún resultado, se va disgustado.
¿Pero qué ha sido del atracador de toda la vida? ¿Adónde ha ido el temido: suelta la pasta o te mato? (La bolsa o la vida, si nos ponemos nostálgicos) Todos recordamos a Bonnie y Clyde, John Dillinger, Machine Gun Kelly o Baby Face Nelson, personajes famosos de la Gran Depresión. En nuestra memoria permanece el mítico Jesse James, inventor de los asaltos a los trenes. A nivel nacional, jamás olvidaremos al Lute. Vale, no fueron hombres buenos, vivieron saltándose la ley y su único sueño era robar el dinero a la gente. Pero eran los mejores en su trabajo, y eso siempre es digno de elogiar. El Solitario ha sido capturado y será juzgado por la justicia, porque esto ya no son los años treinta y no se lleva lo de freír a la gente a tiros. También se ha perdido aquello de morir con las botas puestas. Y ahora lo único que nos queda son gente que nos dice: "¿Me das un euro?", y ni siquiera se molesta en consequirlo.






Estoy de acuerdo contigo en casi todo, tío. Pero pienso que el Solitario sabía perfectamente que el momento de su captura era un hito en la historia policial de España y será narrado por algún guionista de cine algún día. Se estaba convirtiendo en un protagonista de la mitología criminal junto al Lute, el Vaquilla o Bonnie y Clyde. Un ejemplo a imitar por los de su profesión. Y es que ¿que le motivó a "El solitario" emprender su carrera delictiva? La razón no es otra que su propio ego. Si hubiera necesitado un "puñao de parné", con los primeros golpes habría llenado el calcetín lo justo como para dejarlo a tiempo. Sin embargo siguió. Había nacido para ello. Coleccionaba armas, cada vez buscaba objetivos más difíciles... y tenía su propio sello profesional. Eran atracos "de autor".

Finalmente consiguió lo que quería; tener a toda la policía detrás suyo. Ser el sueño de todo joven policía con ganas de ascender rápidamente y salir en todas las portadas de los medios. Quería hacer historia. Por eso, podríamos decir que murió con las botas puestas, o lo que es lo mismo, con la estima bien alto. Cayó como un grande, orgulloso, pavoneandose delante de sus captores y dándoles de que hablar. La traca final y el principio de su leyenda. Nos demostró a todos que hasta en los lugares más deplorables de la condición humana existe dignidad.

Fumar mata

(Fonseca está apoyado en el mostrador de la tienda examinando concienzudamente el paquete de tabaco que acaba de comprar) “Fumar mata”. ¡Tócate los cojones! ¿Os imagináis que pasaría si todo lo que puede ser malo para la salud tuviera una etiqueta diciendo “beber mata”, “empacharse a pepinillos mata”… “dar una vuelta a la manzana puede matar”… ? (se saca un cigarrillo y se lo enciende) No soy gilipollas y sé tomar mis decisiones ¿Es tan difícil de entender? Se que fumar no es bueno para la salud… pero si pongo en un lado de una balanza el perjuicio que me causa y en el otro, el placer que me reporta… merece la pena meterme un pitillo entre pecho y espalda de vez en cuando…

Además no me creo que sea tan malo como lo pintan. De ser así todos los fumadores acabarían con cáncer ¿no? Nah… es todo una jodienda para acojonarnos. Como el efecto invernadero y toda esa mierda.

martes, 24 de julio de 2007

Cosas que no se venden




Escribe: Eduardo González

En fin, pregúntale a Auggie si te vende alguna de las fotografías de su álbum. Uno debe tener principios, ya lo sabes. Es preciso tener cuatro o cinco cosas claras, aunque sean absurdas, a las que aferrarse. Maldecir por un disco...¿a quién se le ocurre? Pero ya sabes cómo funciona el mundo, con futuros y pasados que te hacen avanzar. Y si dejo escapar ese pedazo de vida, ¿cómo voy a recuperarlo?.
Adelante, te invitaré a una copa para que escuches ese LP siempre que quieras, pero de esa oscura redondez no hay trueque. ¿Fetichista? Elige el adjetivo. Ya ves que es el mismo blues de siempre, no es nada imposible de encontrar por ahí. Como veas, si quieres seguir molestándote en ofrecer dinero a cambio, hazlo; nada más estéril.
Dinero por eso...
¿No te habrás vuelto loco, verdad?



Responde: Borja "Cowboy" Gil

¡Qué típico de nuestros días, confundir objetivismo con locura! Te agradezco la copa y ten por seguro que nos tomaremos unos tragos a la buena salud del genio de Cale. Pero esa no es la cuestión. Está claro que hemos de tener unos principios, ya que sin ellos no se puede ir ni a la vuelta de la esquina. Pero has de recordar que, si tú te mantienes en tus trece, los demás también. Tú tienes el objeto de deseo y, por lo tanto, la última palabra al respecto, pero eso, amigo mío, no te da el poder. Está claro que puedes negarte millones de veces, y posiblemente lo harás, pero eso no importa. Espero que seas consciente de que todos gastamos principios, y uno básico es que, si estás convencido de algo, debes llevarlo a las máximas consecuencias. ¿Qué sería de todos nosotros si nos rindiésemos a las primeras de cambio? El fracaso es el hijo de la falta de dedicación. Está claro que no vas a conseguir siempre lo que quieres (si así fuera, ¿dónde estaría la gracia?), pero intentándolo tal vez puedas atisbar un poco de felicidad. Ya no importa lo acertado que esté, porque, qué es más importante, ¿defender una teoría acertada o defender una teoría? Aunque está claro que esto, en los tiempos que corren, puede ser confundido con enfermedad mental digna de estudio. Ya sabes, en una sociedad loca, el hombre sano debe parecer enfermo.