Café, conversación...

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sábado, 14 de marzo de 2009

Autores malditos: David Goodies


Apenas unas cuantas referencias en las bibliotecas, siempre en forma de libros desgastados en el lomo con el amarillo del tiempo coloreando las hojas. Libros descatalogados hace ya veinte años, ejemplares supervivientes a años de traslados, manoseos y desprecios, y alguna que otra lectura esporádica. Así son las obras de David Goodies.


Nacido en 1917 en Filadelfia, Goodies es una de las piezas clave de la novela negra americana de los cincuenta, por supuesto, sin reconocimiento en su época y apenas una pequeña parte del que merece en nuestros días. Si Hammett (padre indiscutible del género) y Chandler escribieron desde el punto de vista del detective, y Jim Thompson lo hizo desde dentro de la cabeza del criminal, David Goodies da otra vuelta de tuerca, lo hace desde las víctimas. Sus personajes son siempre hombres desesperados, que han renunciado a todo excepto a una última copa y un lugar donde pasar la noche a cubierto, que siguen viviendo sin tener motivos para ello ni realmente ganas, como si no fuera con ellos, movidos por hilos ajenos a su voluntad, jugando las cartas que les llegan lo mejor que pueden, perdiendo siempre.


Después de publicar su primera novela en 1939, Goodies vivió en Nueva York, donde en el periodo de cinco años y medio llegó a escribir cinco millones de palabras para las revistas pulp. Al tiempo que trabajaba para los seriales de la radio, publicó en 1946 "Senda tenebrosa", la obra que le llevaría a Hollywood tras la adaptación al cine que protagonizaron Bogart y Bacall. Ya en la ciudad de Los Ángeles Caídos (como diría James Ellroy), escribe guiones al servicio de las grandes productoras, muchos de los cuales nunca llegarán a filmarse (incluyendo una adaptación de "La dama del lago" de Chandler). Harto de aquello y con dinero en los bolsillos, vuelve a su casa.


De nuevo en Filadelfia, Goodies vive con sus padres y su hermano esquizofrénico Herbert. Sin embargo, cuando realmente vive es de noche. Recorre los clubs y antros de la ciudad, empapándose no sólo de todo licor que cae en sus manos sino también de cualquier imagen que su alcoholizada memoria sea capaz de retener. Los bajos fondos son su inspiración para la que serán sus mejores obras. De esa época son sus trabajos más recordados, como "Viernes negro" o "La rubia de la esquina" (ambas de 1954) o la que es su pieza maestra, "Disparen sobre el pianista" (1956). Con más de veinte novelas y a pesar de haber vendido cientos de miles de ejemplares, Goodies sigue siendo un desconocido que murió en 1967 de cirrosis, un loco que supo convertir la amargura y la desesperación en arte, otro libro desgastado y polvoriento que alguien abrirá, esperemos que no sea por error.

jueves, 5 de marzo de 2009

Prensa


"Cuanto más grande la mentira, más se la creen"


Bunk (Wendell Pierce en "The Wire")