Café, conversación...

Café, conversación...

jueves, 28 de enero de 2010

Un mal día para el pez plátano


Se fue. No más Holden Caulfield, ni cuentos sobre héroes deformes en autocares llenos de niños, ni chicas con sonrisas encantadoras e incómodas, de esas que realmente saben cómo saludar a alguien desde la tercera base o que nos enseñaron a darnos cuenta de verdad cuando una mujer viste de azul. No más maletas de cuero, ni libros de tapas verdes ni espejos que sirven para dejar mensajes. No más niñas que ven más vidrio ni adolescentes que deambulan por la noche neoyorkina esperando no crecer nunca, ni más taxistas a los que no les importa dónde van los patos de Central Park en invierno. No más ángeles rubios que cantan en el coro de la iglesia y dicen adorar la sordidez, no más largas cartas desde el frente o desde el hogar, no más soldados en Francia o en Alemania, traumatizados o no. No más sandwiches sin mayonesa ni medios bocadillos de pollo. No más charlas de amigas sobre antiguos novios graciosos, no más madres que dicen ser almirantes, no más bocas semiabiertas, de esas que enamoran al instante, en el autobús. No más chicas que saben batear ni niñas que gustan de masticar velas. No más profesores que dicen ser poetas sin serlo, ni almuerzos con Martini antes del partido. No más libros sobre tigres corriendo alrededor de un árbol. No más reclutas estrellas en el pinball. No más familia Glass, ni hermanos superdotados incapaces de encontrar la felicidad. No más Seymour. No más peces plátano. No los busquéis hoy. No aparecerán.

miércoles, 27 de enero de 2010

"Werewolves Of London" – Warren Zevon

Una letra surrealista para una oscura canción:



I saw a werewolf with a Chinese menu in his hand
walkin through the streets of Soho in the rain.
He was lookin for the place called Lee Ho Fooks, gonna get a big dish of beef chow mein.

Chorus:
Aaahoo, werewolves of London
Aaahoo(2x)

Ya hear him howlin around your kitchen door, ya better not let him in.
Little old lady got mutilated late last night, werewolves of London again.

Chorus 2x

He's the hairy, hairy gent, who ran amok in Kent.
Lately he's been overheard in Mayfair.
You better stay away from him, he'll rip your lungs out Jim.
Huh, I'd like to meet his tailor.

Chorus 2x

Well, I saw Lon Chaney walkin with the queen, doing the werewolves of London.
I saw Lon Chaney Jr. walkin with the queen, doin the werewolves of London
I saw a werewolf drinkin a pina colada at Trader Vic's
And his hair was perfect.

ahhhooooo, werewolves of London
Draw blood

lunes, 25 de enero de 2010

Clio granate, 26


"Clio granate, 26"

El autobús astilló el parachoques trasero y los dos conductores saltaron a la calzada mojada. El siniestro dejó cuarenta y seis víctimas: llegaron tarde al trabajo.

miércoles, 20 de enero de 2010

Polidáctilo, 33


(Germán, una variación sobre el tema. Fdo.: Auggie.)

Sus seis dedos por mano le permitían tocar el emicrón como los ángeles. Por desgracia, hacía tres semanas que las patrullas SRDO impedían la entrada a los humanos en los clubes de Nueva York.

sábado, 16 de enero de 2010

Juguetes


Hace años –aunque no demasiados- los niños se divertían con los juguetes, y sin que hayan sido modificadas las correspondientes entradas del diccionario, esto ya no es así. O esa es la impresión que yo tengo. Los juguetes, entendidos según el concepto al uso, ya no entretienen a los infantes. No hay otro modo de explicar la falta de interés por ciertos objetos que hicieron las delicias de millones de chavales. Dicho de otra forma: hay tesoros olvidados en las estanterías de aquellos quioscos españoles de antes, los que estaban incrustados en los edificios, con su puerta y su angostura, y esa dependienta regordeta y afable junto a un radiador de infrarrojos.

Dinosaurios, animales de granja y monstruos de mil colores. Muñecos articulados representando héroes anónimos o legendarios, metidos en sus cajas de plástico o cartón. Coches grandes, y otros pequeños que, tras ser arrastrados sobre el suelo, cogen cuerda, hasta ser capaces de batir los mayores récords de velocidad. Hay también combas verdes y rosas, yoyoes azules y tirachinas.

Tal vez no comprenda nada sobre el devenir de los tiempos. Para mí es incomprensible cómo un niño puede pasar por delante de estas joyas, expuestas en tan deliciosos museos, y dejar de sentir el vivo deseo de partir hacia mil aventuras, llevando en la mano al Capitán América o un a Mortadelo de goma.

Supongo que es ya es tarde para dar vida a todos esos supervivientes. A falta de imaginación infantil que los haga formar parte de un mundo de épicos rescates, combates toscos y persecuciones que eluden las leyes físicas, el Sol irá poco a poco llevándose el color de los ancianos juguetes.

domingo, 10 de enero de 2010

jueves, 7 de enero de 2010

Suerte que tiene uno


Puesto que han accedido a invitarme a esta hermosa copa de whisky, les contaré la historia tal como ocurrió. Cuando Steve entró en el bar, yo salía de los aseos. Estaba justo allí, junto a aquella ventana, por eso lo comprendí todo enseguida.

Por supuesto, todos los de aquí conocíamos a Steve. Había sido grande cuando era más joven. Tocaba el clarinete en una banda, y era realmente bueno. Dieron conciertos por el país entero durante años, pasando largas temporadas en ciudades grandes, y después volvió a casa. La fama le trajo la compañía de Marjorie, una linda muchacha de Colorado. Y aquello fue lo que le desquició. Pasados unos meses desde su regreso, el asunto con Marjorie se hizo migas, y también el pobre Steve. La chica desapareció -tal vez se volviera a su tierra- y el antiguo clarinetista empezó a venir aquí, a este mismo bar, cada tarde. Se sentaba en la barra y bebía bourbon. Luego, cuando estaba bien borracho, se marchaba. Daba largos paseos, y a veces montaba bronca en la calle. Las mañanas las pasaba encerrado en casa, supongo que escribiendo todas esas cosas horribles que sacaron los periódicos.

Aquí todos sabíamos estas cosas, pero por alguna razón, nunca ninguno de nosotros intentó hablar con él, o echarle un cable. Muchos les contarán que yo era amigo suyo, porque solamente así se explica que aquel día no me disparase a mí también. Pero es mentira. Dios sabe que nunca moví un dedo por él. Cada cual tenemos nuestros problemas, pensaba entonces, y los de aquel amargado no me importaban una mierda.

Lo extraño es precisamente eso, que a pesar de que yo le trataba exactamente igual que los demás, a mí no me disparó. Jimmy también sobrevivió, pero él se llevó cuatro balazos. Sin mediar palabra, como todos los demás. Siete personas muertas, y un herido que pasó tres meses ingresado en un sanatorio. Entró y empezó a disparar, sin más. Yo me quedé paralizado, como esperando mi turno, y cuando al fin llegó, Steve me miró, bajó la pistola y se largó por donde había venido. Es para estar agredecido al Señor, ¿no, amigo?

domingo, 3 de enero de 2010

Propósito de enmienda



"A man must have a code"



Detective William "Bunk" Moreland
Wendell Pierce en "The wire"


Queridos clientes,

¡Que nos vamos conociendo! Seguro que muchos de vosotros, sin querer uniros a la gran colección de necios, renovada cada Nochevieja, habéis pronunciado algún tipo de promesa imposible. Pero yo no hablo de las que pregonan cambios superficiales del estilo "tengo que comer menos pan" -logro que mi buen amigo Germán Trenza ya se ha apuntado-, sino que me refiero a esa clase de cosas que atentan contra lo más característico de nosotros.

Como bien dice el compadre Bunk, todo hombre debe tener su propias señas de identidad. Sus principios, irrenunciables. En definitiva, su particular forma de ser. Ya estamos en el tercer día del nuevo año, y supongo que os habrá dado tiempo para observar que de todas esas cosas que queréis quitaros de encima en 2010, un buen puñado de ellas forman parte de vuestro carácter. Por supuesto que sois libres para despellejaros los pulpejos a fin de deshaceros de vuestras huellas dactilares. Pero si alguien me pide opinión, o si puedo aconsejar a un amigo, me reitero en lo arriba consignado: pensad bien si no estáis deseando cometer una traición contra vosotros mismos. Apuntarse al gimnasio está bien, y también la consabida idea de aprender inglés, pero sé de buena tinta que muchas veces pretendemos cambios del todo inasumibles.

¡Feliz Año!

viernes, 1 de enero de 2010

Tradiciones y Salinger


Muy buenas, Auggie. Feliz Año.

Igualmente, chico. Parece que fue ayer, ¿verdad?

¿Cuál?

La última vez que lo dijimos.

Siempre parece que fue ayer.

Ojalá siempre fuera como ayer.

Bueno, hombre, tampoco es para tanto.

Ni para tanto ni para tan poco, pero bueno. ¿Cómo te trata la vida?

Se deja, ya es suficiente. ¿Y a tí?

Sigo aquí, ¿no? Por cierto, ¿qué libro es ese que llevas?

Ah, bueno, es una pequeña tradición. Es "El guardián entre el centeno".

¿Y cuál es la tradición?

Lo leo todos los años desde que tengo dieciocho y todos los años lo empiezo el 1 de Enero.

¿Siempre el mismo día? ¿Por qué?

Es el cumpleaños de Salinger. Este año hace 91.

¡Hostia! 91. Joder, eso es ver empezar muchos días. Recuerdo cuando leí "Nueve cuentos". No me gustaban los cuentos hasta entonces. Y lo que he leído después ha hecho que dejen de gustarme. En fin, así que siempre el mismo libro, ¿eh? En fin, es un clásico.

Es más que eso. No sé, por mucho que cambien las cosas siempre leo ese libro, ¿sabes? Es como si...

Ya, un tablón en la tormenta, ¿no?

Y un rincón agradable junto a la chimenea, sí. Es todo eso.

Solo es un libro.

Supongo que sí... pero es algo más.

Ya. ¿Con quién comes hoy?

¿Hoy? Es Año Nuevo.

Ya sé qué día es.

...

...

¿Te viene bien a las dos?

No cierro hasta las tres.

A las tres entonces. Nos vemos luego, y Feliz Año, Auggie.

Feliz Año, muchacho.