Café, conversación...

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lunes, 19 de enero de 2009

Edgar Allan Poe, bicentenario de una leyenda


Hace doscientos años nacía en Boston el que por muchos es considerado el primer auténtico escritor de Estados Unidos. Crítico, periodista, poeta, maestro del género de terror, fue el primer estadounidense que decidió hacer de la escritura su forma de vida. Borracho, loco, fue hallado el 3 de octubre de 1849 por las calles de Baltimore, totalmente desorientado, con una ropa que no era suya y, según cuentan, llamando desesperadamente a un tal Reynolds, un explorador polar que había servido de inspiración para la que fue su única novela: "La narración de Arthur Gordon Pym". Los informes médicos se perdieron, y la causa exacta de la muerte sigue sin conocerse, y se apunta a causas como el delirium tremens, la tuberculosis o un tumor cerebral (incluso hay quien afirma que Poe fue embriagado para que votara varias veces en las elecciones al Congreso que se celebraban esos días, una práctica muy frecuente por entonces).
A su entierro acudieron cuatro personas. Hoy le adoran millones de lectores. Bromas macabras de la literatura y de la vida. Pero a pesar de todo, incluso hoy sigue rodeado de misterio, y es que desde hace casi cincuenta años, todos los 19 de enero una sombra sigilosa se desliza por el camposanto de la ciudad de Baltimore ,donde reposan sus restos, e, indetectable para el resto de visitantes, deposita sobre su lápida tres rosas y una botella de cognac. ¿Llevará consigo un gato negro?

2 comentarios:

Duncan de Gross dijo...

...Jejeje, Michel IV de Gato yo yo también hicimos un pequeño homenaje esta semana pasada con la proyección de Annabel Lee de Radio Futura, nuestra intención también fue homenajear a La Bola de Cristal que fue quién nos descubrió, no los Centros Educativos, a Poe, ya que ellos bebían mucho de sus fuentes y la tele era un buen medio para despertar la curiosidad de aquellos adolescentes de los años ochenta...Buen Homenaje Mr. Wren!!

Anónimo dijo...

Edgar Allan Poe, alma atormentada y uno de los mayores genios de la literatura. Los que no podemos tener visiones como las suyas nos tendremos que conformar con leer sus historias.

En la oscuridad de mi fría y húmeda morada bebo un coñac a su salud.