Café, conversación...

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lunes, 10 de noviembre de 2008

El tres es un buen número

El gallinero apestaba y no estaba abandonado. Eso significaba que si hacíamos el mínimo ruido podríamos despertar al dueño, en la casa, y tener más de un problema. De los tres que estábamos, Robledo era el único que podía dormir tranquilo; ni Pádules ni yo podíamos matarlo. Había pasado de ser un cordero camino del matadero a un intocable y nosotros dos, ex – camaradas de la 5ª del ejército republicano, no teníamos ninguna razón para estar vivos.

Me pasé las primeras horas examinando a Pádules, que estaba a menos de un paso frente a mí. Ni él me quitaba ojo ni yo bajaba la mirada. En algún momento le echaría huevos y lo mataría. De hecho ya tenía la mano preparada en el mango del machete. Ahora bien ¿Cuándo debía hacerlo? Cualquier instante era igual que el anterior.

Respiré, apreté el puño que tenía libre y le escupí a la cara. Eso me hizo ganar unas décimas de segundo en las que Pádules estaba desconcertado. Para cuando se había quitado mi lapo ya estaba encima de él con mi hoja en su gaznate. Me daba asco estar tan cerca de él y sólo quería cargármelo. Le tapé la boca para evitar que chillara y miré alrededor para asegurarme de que Robledo seguía dormido. Era el momento. Sin embargo el maricón no tenía miedo. Es más, parecía que me estaba chuleando. Ni siquiera hacía un mínimo de fuerza para evitar mi machete.

Por un lado
me estaba poniendo de muy mala hostia. Por el otro me picaba la curiosidad ¿Cómo puede estar tan campante un tío al que me voy a cargar? Por un momento llegué a pensar que había puesto el filo del revés o que alguien me apuntaba. Volví a mirar a mi alrededor y todo seguía tal cual estaba antes. El cabrón de Pádules seguía como si nada. Entonces le quité la mano de la boca:

- ¿Qué cojones te pasa?
- Que no me vas a matar, eso me pasa, que como me rajes media, mañana te matará el nacional, y si no lo hace él, el resto de la división te terminará encontrando… me necesitas, capullo, me necesitas más que a tu polla para salir de aquí.

Ese hijo de puta tenía razón. Tres es un buen número. Porque Robledo podría llegar sin mí hasta la guita. Y sin Pádules yo era un estorbo fácil de eliminar para él. Así que necesitábamos ser dos parásitos en el reparto del dinero para poder hacerle frente al nacional, que en el fondo era el único realmente autosuficiente. Conclusión; que estábamos bien siendo los que éramos y que lo mejor que podíamos hacer era aprovechar las pocas horas que quedaban antes de amanecer para dormir.

Se hizo de día. Nos despertó el gallo y el olor a mierda. Levantamos rápido y nos marchamos antes de que llegara nadie.

7 comentarios:

Duncan de Gross dijo...

... Buena historia la del tres, me está intrigando ;)

Irene dijo...

Está de lo más interesante...
Deberían llegar a la pasta, a ver quién sale vivo de esa...
Un besote!

La Pequeña Candi dijo...

Próxima entrega ¡ya! Muy interesante, de verdad.
Un saludo!

Laura dijo...

Aunque es la continuación de otra historia, cada una de ellas podría ser única.
Es una maravilla comprobar tu dominio de la palabra, la intriga, la fuerza...
Me tienes enganchada Auggie

Anónimo dijo...

Es un placer ver que sigues la historia, al ser corto el trozo que escribes y con tanta acción lo haces muy intrigante.

Siempre es mejor no arriesgar la propia vida, hay que tener en cuenta que siempre hay alguien con menos escrúpulos que uno mismo.

SILVIA dijo...

BUENO, ACA ESTOY LEYENDO LA HISTORIA, ESPERO EL PROXIMO¡¡¡
SALUDOS¡¡
SILVIA

Sol - Estaré siempre dijo...

Si tiene continuación me gustaria saber realmente quien traicionaria a quien... INTRIGANTE y FASCINANTE!!! Que siga... Besos llenos de luz para este martes cielo!!!