Café, conversación...

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domingo, 7 de diciembre de 2008

¡Vaya personajes! - II -

La historia de Bobby, el Tintas


De entre todas las vidas que he conocido por boca de los asiduos al estanco, ésta es sin duda la más sorprendente. Me la contó Juan, un agente de la Policía Judicial que curraba en Estupefacientes. Resulta que este Tintas era un chileno que trabajaba de vendedor en una de esas enormes tiendas de suministros de oficina. No tenía que hacer gran cosa, solamente acarrear cajas y preparar los pedidos, pero siempre se quejaba de que le pagaban de menos por ser del otro lado del charco.

Así que este tipo, el Tintas, decidió que lo de los folios y las grapas era perder el tiempo, y comenzó a pensar en dar un toque 'alternativo' a los pedidos de papelería. Hizo algunos contactos con camellos de envergadura menor, y pidió al jefe que le trasladase al equipo que repartía los paquetes a las oficinas, un puesto peor pagado, pero que utilizó para trabajarse a los ejecutivos sedientos de droga segura. 

Al cabo de tres meses tenía montado todo el tinglado. La cosa funcionaba: Bobby compraba cocaína y anfetaminas a los camellos y las distribuía camufladas dentro de los objetos del pedido, cobrándolas casi al doble. Los clientes estaban encantados de obtener su 'mierda' con tanta seguridad. Como solía ocultar la droga en cartuchos para impresora, pronto le apodaron el Tintas. 

Pero Bobby, que no había visto "Uno de los nuestros", no sabía que el dinero ganado con el crimen no debe gastarse sin medida. Pronto su jefe empezó a recelar, y movido por su ímpetu 'anti-panchitos' consiguió que la Autoridad tomara interés por el caso, y el Tintas terminó entre rejas. 

Ya ven, todo está inventado, así que, hagan lo que hagan, aunque sea legal, ándense con ojo, porque hasta la más brillante de las ideas puede fastidiarse.

12 comentarios:

Lupe Montero dijo...

Ay... esos jefes que recelan de que vivas mejor que ellos....

Dánae Rain dijo...

Y a mi que este "tintas" también me recuerda a ese mandatario de mi ciudad que te conté en otro post. La ficción se inspira en la realidad y viceversa

Laura dijo...

¡Pobre Tintas! si no hubiese sido por ese jefe envidioso ahora podríamos leer la novela de su vida, seguro, fascinante.

Anónimo dijo...

Hay un monólogo en Uno de los nuestros que se me quedó grabado. Hablaba del personaje que interpreta De Niro, y venía a decir que éste, ya de pequeño, siempre se ponía del lado de los malos en las películas del oeste. Y claro, una vez que creció, pasó a ser uno de ellos en su propia vida. Todo esto viene por el sentimiento de empatía que me ha producido el Tintas mientras leía su historia (aunque yo no soy ningún mafiosete ni mucho menos).

eva dijo...

hay muchas que como el "tintas" se delatan por sus caprichos.
Besos

Nikaperucita dijo...

Que personaje mas redondo¿no? Y eso que es breve la historia.
Hay que desarrollarlo mas :)

sb dijo...

ese suele ser al fallo de casi todos los criminales, les falta la astucia de un Moriarty claro, que tampoco existen ya los Sherlock Holmes ;)

La pequeña Lo dijo...

Si no me confirmas que dedicas las noches a sentarte delante de la máquina de escribir (te pega más q un portatil de diseño, q le vamos a hacer) a teclear novelas negras, me doy un tajazo en las muñecas. Al menos guiones, o reseñas o algo!

Y gracias por notar que no estaba. Siempre hace ilusión.

Duncan de Gross dijo...

Otra historia que me parec emuy interesante, junto a la del chispas, asiduos del Smoke Room, jejeje

Anónimo dijo...

Sólo hay que ver cualquier serie para ver que nada queda sin castigo, xD, en especial los programas de asesinatos.

Hay que tener algo en cuenta, el culpable en cuestión lo hace todo mal y sólo es cuestión de tiempo que te pillen.

Qué personajes tan curiosos se conocen a lo largo de la vida...

Tumulario dijo...

Suele pasar, por un lado al que tiene una buana idea siempre hay alguien que le putea, aunque solo sea por el gusto y la envidia y por otro lado el maleante afortunado no se preocupa de disimular sus efectos.

Como siempre me impresionas.

La Pequeña Candi dijo...

A lo mejor el jefe se cabreó por no contar con el para la venta o para la compra... ¿quién sabe?
Mil besos!