Café, conversación...

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sábado, 5 de diciembre de 2009

Fast train

(Para leer con la siguiente canción como fondo musical)



* * *


La pierna empieza a doler en noviembre. Es así todos los años, desde hace cuatro. Desde que me la rompí en tres partes al saltar de un tren en marcha. Como en una película. Solo que a mí me duele. Dicen que es el frío, que irrita mis machacados nervios. Yo pienso que es una especie de recordatorio. Mi tiempo de Adviento particular. Si Dios bajó del cielo y se hizo hombre, yo soy aquel que saltó de un tren y pasó la Navidad en un hospital.

- ¿Qué hay, Maldonado?
- Frío, Jose. ¿Esperabas otra cosa? Ponme un botellín, ¿quieres?

Aquí no conocen mi historia. ¿Creen que a estos tipos les importa que te duela una pierna? Algunos ni han notado que he entrado. Todos tenemos nuestros problemas, supongo. Por ejemplo, aquel que está al fondo. Es un viejo cliente. Le trasplantaron hace un par de años, pero ahí sigue, pidiendo y bebiendo, solo, sin prestar atención. Dice Jose que todo lo hace con gestos. Buenas noches, ponme otro, ahí van diez euros. Un desastre.

- Aquí tienes.
- A tu salud, Jose, que la mía no está muy allá.
- ¿La pierna? Bueno, te voy a poner un disco. "Don't give up on me", de Solomon Burke.
- Dale.

Es un buen tipo, este Jose. No sabría decir si es mi amigo o no. Vengo aquí cada semana, y me tomo un par de cervezas. Escucho música y cruzamos algunas palabras sobre sus discos. Siempre tiene cosas nuevas, y rara vez pincha algo dos veces. Si no lo escuchas, te lo pierdes. Como la vida misma.

- Suena bien, la verdad.
- ¿Has escuchado el último suyo?
- No
- A mi no me gusta demasiado. Pero este sí que es bueno.

Lo era de verdad. Me gusta la música de Jose, tan pausada, tan profundamente tranquilizadora. Justo lo contrario que un tren. Esos cacharros siempre me han asustado. Por eso salté. Íbamos de vacaciones. Lo habíamos planeado durante varias semanas y parecía perfecto. Decidimos ir en tren, y quise aceptar el reto. Pasé la primera hora de viaje con los ojos cerrados, el estómago del revés y la cabeza dando vueltas. Y al final tuve que hacerlo.

- Bueno, Jose. Voy a ver si vuelvo a casa, que ya va siendo hora.
- Muy bien, Maldonado. Gracias.
- Hasta la próxima.

Después del descanso, la pierna duele menos, pero llegando a casa empieza de nuevo. Es el frío. Y pesar de todo, hay gente por la calle. Es día de salir. Tienen planes y no les importa que la ciudad sea un congelador. Eso sí, apuesto a que ninguno de ellos hubiera saltado del tren. Posiblemente les parezca una locura.

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