Café, conversación...

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domingo, 11 de noviembre de 2007

Adiós al "conservador izquierdista": Norman Mailer


Dicen que murió por complicaciones de la operación de pulmón de hace un mes. Pero yo creo que en realidad murió de agotamiento. Agotado de luchar contra todo y todos. Agotado de no rendirse jamás. Autodenominado "conservador de izquierdas", Norman Mailer criticó ideales de todos los sistemas y personajes de todas las ideologías, y, expectuando a Kennedy, no hubo un sólo presidente que se salvara de la quema.

Machista acérrimo, detractor de los sistemas anticonceptivos (lo que le llevó a tener nueve hijos a lo largo de seis matrimonios), psicológicamente inestable (llegó a apuñalar a su segunda esposa durante una considerable borrachera, lo que le valió una visita al psiquiatra y un libro escrito por ella en el que no salía, lógicamente, bien parado), simpatizante de Jack Kerouac y los beatniks, admirador y enemigo a partes iguales de Truman Capote (al que consideraba como el único digno de estar a su nivel), provocador nato... todo esto es poco para definir a un hombre que ganó el Pulitzer con su primera novela: "Los desnudos y los muertos" (1947), en la que se valió de sus experiencias en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, y que está considerada como una de las mejores novelas bélicas de la historia.

Sus siguientes novelas, "Costa Bárbara" y "El parque de los ciervos", no alcanzaron el nivel de su primer trabajo, y Mailer se volcó en el periodismo. Son famosas sus crónicas sobre la marcha de la Paz sobre el Pentágono, reunidas en "Los ejércitos de la noche". De la vertiente periodística de Mailer nace la obra por la que le fue concedido otra vez el Premio Pulitzer, "La canción del verdugo" (1979). Escrita a la manera de un reportaje, trata sobre la vida del asesino Gary Gilmore, condenado a muerte. Valiéndose de esa historia, el autor hace una profunda crítica contra la pena capital.

Más tarde, Mailer volvió a la novela con la que, para mí (qué le vamos a hacer, soy fanático de la novela negra) es la mejor de sus obras: "Los tipos duros no bailan". En ella, Tim Madden, escritor fracasado, investiga la desaparición de su mujer. La novela pone de manifiesto la filosofía vital del autor: su visión personal del mundo con la figura centra de un demiurgo exhausto que ha perdido el control sobre las personas, que se dejan seducir por el diablo de la modernidad (aunque un buen amigo mío diría: postmodernidad).

Mailer se ha atrevido con todo. Reputado biógrafo, ha desgranado la vida de mitos américanos como Marilyn Monroe y, especialmente, Lee Harvey Oswald. Esta última en un espléndido trabajo en el que reúne, a través de documentos oficiales, transcripciones de conversaciones y material obtenido de diversas entrevistas, toda la historia del que a día de hoy sigue siendo uno de los personajes más enigmáticos de la historia. No sólo eso, sino que, en sus últimos trabajos no ha tenido pelos en la lengua al hablar del funcionamiento interno de la CIA en su novela "El fantasma de Harlot" (1991), e incluso para hacer la biografía de Cristo en "El evangelio según el Hijo" (1997), y en su última obra, que será publicada próximamente en España (con el lógico éxito que supone la reciente muerte del autor, seguro) se atreve con Hitler.

Un pitillo a a salud de un hombre que nunca dejó de estar en el centro del cuadrilátero, sin importarle quien era el contrincante.


Norman Mailer, escritor dos veces ganador del Premio Pulitzer, murió ayer 10 de noviembre de 2007 a los 84 años de edad.

2 comentarios:

Jake Gittes dijo...

Me parece de justicia reseñar que se trata de un escritor injustamente ninguneado, no por falta de calidad sino por sus politicamente incorrectos ideales. Que diablos, ¿que esperaban, que un escritor así bebiera agua Perrier, jugara al golf e hiciera calceta?

Auggie Wren dijo...

Ya sabes que la crítica siempre han sido una panda de miedicas, que se escandalizan como niños cuando alguien hace algo fuera de lo que ellos llaman "común".