Café, conversación...

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domingo, 9 de septiembre de 2007

Sam Spade va al instituto

¿Cine independiente? La mayoría (en la que me incluyo) cuando oye esta expresión, pone cara de circunstancias. Y es que estamos acostumbrados a que las cintas independientes sean el producto de la mente de un "interesante director iraní" que nos tortura durante dos horas con interminables planos en silencio de un paisaje crepuscular con el que pretende representar la intensidad del sufrimiento humano.
El enorme acierto de "BRICK", sin embargo, es alejarse de la temática del cine independiente actual para revisitar un género con tanta tradición como es el negro, desde una nueva perspectiva. La película toma los ingredientes propios del género: un detective en busca de la verdad, un funcionario público muy poco interesado en hacer su trabajo, un gángster del que todo el mundo ha oído hablar y muy pocos han visto, un matón con complejo de inferioridad y, por supuesto, una femme fatale enfundada en vestidos guante.


Sin embargo, la sorpresa llega cuando comprobamos que todos estos factores han sido trasladados a un instituto de California. Brendan, un chico solitario y misántropo, recibe una llamada telefónica de su exnovia Emily, que necesita su ayuda. Días después, ésta desaparece. Brendan comenzará una investigación que le llevará hasta la mafia estudiantil, liderada por el enigmático The Pin. Por el camino nos cruzaremos con personajes inolvidables como The Brain, el único amigo de Brendan, especialista en recopilar información; Dode, un yonqui que sabe más de lo que parece; Tugger, la mano derecha de The Pin y matón profesional; y Laura, la mujer fatal que meterá en más de un lío al sabueso.


Brick es, además de la ópera prima de Rian Johnson, un auténtico fogonazo en el panorama cinematográfico actual. Y eso lo consigue a base de dos pilares básicos: guión y actores. Es indudable que los diálogos son herederos directos del estilo verbal de las novelas de Dashiell Hammett (padre de la novela negra), plagados de dobles sentidos y réplicas brillantes. Unos diálogos que poco a poco, y de una forma complicada (como es natural en el género) van conformando una historia donde nada es lo que parece.

El otro soporte de Brick son los actores. De Jospeh Gordon-Levitt, que da vida a Brendan, un auténtico Sam Spade de diecisiete años; a LuKas Haas (el niño de "Único testigo") como el gángster The Pin, un mafioso tullido que se acobarda en presencia de su madre; pasando por los desconocidos Matt O' Leary como The Brain, y Nora Zehetner como Laura, la mujer fatal (qué apropiado, ¿no?); además del mítico de la blaxpoitation Richard Roundtree (el Shaft original) como el subdirector Truman.




En definitiva, Brick es un claro ejemplo de como hacer algo nuevo y brillante utilizando los esquemas clásicos. Un excelente homenaje al género negro y un regalo para sus adictos (entre los que me cuento), que cuenta con momentos inolvidables, como la fiesta de la clase alta (con su melodía de jazz al piano), la persecución en los pasillos del instituto (con el sonido de las pisadas como única banda sonora) o la reunión final en casa de The Pin (que nos recuerda a algunos de los mejores momentos de Cosecha Roja, la obra de Hammett) con la madre del joven mafioso repartiendo zumo entre los gángsters.

En resumen, una pequeña joya que nos muestra a la perfección qué habría pasado si Sam Spade hubiera vestido camiseta y vaqueros y hubiese tenido diecisiete años.



3 comentarios:

Alberto Esteban dijo...

Tengo que decir que lo que más me gusta de tu blog es lo de "cosas que odio", porque tienes toda la razón. Muy buenos, de verdad.

Saludos

debolichesycopas dijo...

Hola Auggie, nos hemos ganado un premio, pasa a recogerlo por mi blog

salud2
Tiranizan

Anónimo dijo...

Vi la película ayer por la tarde. Me gustó mucho, y la cara de circunstancias se me iba quitando según pasabn los minutos. Lo que le falta a la cinta para ser cine negro es lo que le da su matiz especial. Muy buena, recomendable.