
Basta con abrir el
paquete y meter la nariz en su interior para empezar a disfrutar de la experiencia que es
fumar una pipa. Un
cigarrillo siempre sienta bien, no cabe duda. Y todos tenemos algún buen recuerdo en el que nos ha hecho buena compañía el sabor de un
lucky strike. Pero quien ha probado una calada de
Borkum Riff sabe de lo que hablo.
A los que realmente os guste fumar, no por vicio, sino por mera degustación sibarita, os recomiendo que lo probéis. El fumador de pipa tiene una relación especial con su tabaco. Elige exactamente el aroma que más le gusta, incluso puede mezclar varios hasta encontrar el adecuado. Después tiene la libertad de elegir la cantidad que quiere encender y con cuanta fuerza quiere prensarlo. Y el sabor… no tiene nada que envidiarle al mejor de los puros. Impregna toda la estancia donde estés con un olor suave a vainilla. De esos que se quedan grabados en tu memoria olfativa para siempre.
Basta con una pequeña cantidad de picadura para poder estar entretenido durante todo un café. Y solamente por acariciar el montón de tabaco, dejarlo resbalar por entre los dedos y la charla de rigor con el estanquero cuando vas a comprarlo merece la pena. Personalmente, os recomiendo la marca Borkum Riff, la más famosa y con el mayor elenco de aromas. Naranja y miel es tan sofisticado como suena y tiene un sabor dulce. Tampoco está nada mal el tabaco de whiskey de malta mezclado a partes iguales con Borkum Riff original. Para gustos…