Café, conversación...

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sábado, 28 de febrero de 2009

Escrito bajo la piel

"- Mírelos. Tan civilizados dentro de lo que cabe, mientras no les cueste demasiado esfuerzo. Pidiendo las cosas por favor, quienes todavía lo hacen... Métalos en un cuarto cerrado, prívelos de lo imprescindible, y los verá destrozarse entre sí.
Markovic los miraba también. Convencido.
- Lo he visto -asintió-. Por un trozo de pan, o un cigarrillo. Y no digamos por seguir con vida.
- Por eso sabe, como yo, que cuando el desastre devuelve al hombre al caos del que procede, todo ese civilizado barniz salta en pedazos, y otra vez es lo que era, o lo que ha sido siempre: un riguroso hijo de puta."
El pintor de batallas, Arturo Pérez-Reverte.

domingo, 22 de febrero de 2009

El luchador (The Wrestler)


Los aplausos, los fans, autógrafos... en resumen, la gloria. Pero, ¿qué pasa cuando todo eso se acaba? "El luchador" nos habla de ello. Sin detenerse un sólo momento en la cumbre, la película nos presenta a Randy "The Ram" Robinson en el abismo en el que se ha convertido su vida, veinte años después de que fuera elegido "Wrestler" del año. Randy, antaño una máquina perfectamente engrasada, está acabado. Su piel está cubierta de arrugas, usa gafas para leer y un audífono, y la espalda le duele todos los días. Pero eso no es todo: trabaja cargando cajas y de vez en cuando duerme en su furgoneta porque no le llega ni para pagarse el alquiler de una caravana de los suburbios. Su vida personal no es mucho mejor: tiene una hija a la que hace años que no ve y pasa las noches libres en un club de striptease, donde sueña con convertir a Cassidy, una de las chicas que ya no es tan chica, en una mujer decente. Sin embargo, al llegar el fin de semana, Randy vuelve a ser "The Ram", el héroe del Wrestling, aunque está vez sea en cuadriláteros de tercera, o en exposiciones de viejas glorias.



Huyendo de su estilo cinematográfico, Darren Aronofsky nos muestra, sin adornos y con un realismo extremo, el lado menos luminoso del Sueño Americano. "El luchador" es la última de una larga lista de películas sobre perdedores: desde "El buscavidas" o "El rey del juego" hasta la más reciente "El último asalto", pasando por "Fat city" o la primera de la saga Rocky. No deja de ser la misma historia de siempre, y sin embargo se disfruta como si fuera la primera vez que se ve.



Mención aparte merecen las interpretaciones. En especial la del ave Fénix en el que se ha convertido Mickey Rourke. Tras su profunda caída (tan profunda como la de su personaje, con el que comparte algo más que rostro), después de ser un ídolo en los ochenta y decidir que lo suyo era boxear, después de que su rostro ahora deformado por los golpes sólo apareciera en carátulas de películas dignas de serie Z, Rourke confirma lo que alguno ya vio en "Sin City": ha resucitado. Ha vuelto a la luz convertido en bestia parda, dispuesto a restregar toda la mierda que lleva dentro por nuestras caras, y además Hollywood está dispuesto a darle el Oscar en agradecimiento. Al trabajo de Rourke se une una espléndida Marisa Tomei, interpretando a Cassidy, striper que ve como los años pasan para todos y la edad empieza a hacer de las suyas. Dos perdedores destinados a encontrarse.



Todo ello aderezado por una banda sonora en la que prima el rock duro y brilla la canción firmada por Springsteen. Sin embargo, la verdadera banda sonora de la canción son los aplausos de los aficionados, el sonido de los puñetazos y las salpicaduras de sangre; el chocar de las palmas de los luchadores en el vestuario, momentos antes del show; el ruido de los vasos en el club de striptease o el silencio de la casa de Randy.

"El luchador" no está nominada al Oscar a mejor película. Ni Aronofsky como mejor director. Sin embargo está no es una película de premios. Ni de premios ni de gloria. Es una película sobre perdedores. Otra de perdedores, sí. Otra vez la puta vida.

lunes, 16 de febrero de 2009

¡Capitán, no va usted a creerlo: un pingüino!

No hay comparación: Les Luthiers han sido, son -aún aguantan el tirón-, y serán la mejor banda de cómicos-músicos que han hecho reir y disfrutar en la lengua de Cervantes.

Cuando empezaron, allá por los 60, no creo que tuvieran la pretensión de hacer reir, como lo han hecho, a millones de personas en todo el mundo, con sus "instrumentos informales" y la música del célebre Johann Sebastian Mastropiero.

Ampliar información siempre es bueno: http://www.lesluthiers.com/

viernes, 13 de febrero de 2009

Un ciego con una pistola


“Un amigo mío, Phil Lomax, me contó que un ciego había disparado con una pistola contra un hombre que le había abofeteado en el metro y había matado a un espectador inocente que leía tranquilo su periódico al otro lado del paseo. Y pensé: maldita sea, igual que las noticias de hoy, las revueltas en los ghettos, la guerra en Vietnam, los actos masoquistas en el Medio Oriente. Luego pensé en alguno de los líderes de voz estridente que incitan a nuestros vulnerables hermanos del alma y les hostigan para que se hagan matar, y por último pensé que toda violencia desorganizada es como un ciego con una pistola”.

Chester Himes

lunes, 9 de febrero de 2009

Son of Sam

A finales de los años 90, en Brooklyn, el genio del rock independiente Elliott Smith gastaba la mayor parte de su tiempo inyectándose heroína y viendo películas clásicas en el cine BAM Rose. Una de sus favoritas era la mítica "Grupo salvaje", de Sam Peckinpah. Esa obra maestra del cine le inspiró para crear "Son of Sam", una de sus canciones más características, que Smith ideó en un principio en versión acústica (versión que nada tiene que ver con la que finalmente publicó en el album "Figure 8", y que sólo se podría escuchar años después cuando viera la luz "The moon is a bulb breaking: B-sides and unreleased tracks", disco que contenía material inédito) y que situó en el momento en el que el grupo salvaje se acerca a la matanza que da fin al filme y que ya ha pasado a la historia, como también lo hizo el autor de la canción.